Texto: Mary Carmen Lozano
Supongo que ya no queda nadie que no se haya enterado de que Juego de Tronos ha llegado a su fin. Tras 8 temporadas y 73 episodios, la adaptación a la pequeña pantalla de la saga Canción de Hielo y Fuego terminaba entre mucha controversia, fans descontentos y unos ratings nada satisfactorios. Aviso de que, aunque sea lectora este no es otro artículo más defendiendo las bondades de la escritura de George RR Martin y lo diferente y mal que lo ha hecho la serie.
Es más, empezaré remarcando alguna de las diferencias que incluso nos han dado cosas buenas a los espectadores: el personaje de Beric Dondarrion nos ha dado grandes momentos (recordemos que en los libros lleva bastante tiempo muerto), capítulos como The Battle of the Bastards (hasta el momento, Sansa y Ramsay ni se conocen, y es Stannis quien, con la ayuda de Mance Rayder, liberan a Theon y Jeyne Poole) o The Winds of Winter, con una de las mejores piezas de la banda sonora “Light of the Seven” y una magistral Lena Headey interpretando a Cersei alzándose como reina. Ambos capítulos mencionados, cierran el final de la sexta temporada, que en mi opinión y, sobre todo tras una temporada quinta bastante mediocre y de la que solo se puede destacar Hardhome, tiene un cierre bastante digno e incluso me inspiró cierta confianza de que aún había esperanza para la serie. Lamentablemente no fue así, acortaron el tiempo de las dos últimas temporadas y la falta de detalle ha hecho mella tanto en argumento como en el impacto y evolución natural de los personajes. La octava temporada ha fallado, la serie estaba en caída desde que Martin se alejó más del proyecto y el episodio final ha sido la confirmación de que las prisas no son nada buenas.
Estamos ante un caso de descontento similar al que pasó con el final de series como How I Met Your Mother, Dexter o True Blood, aunque por motivos completamente distintos. ¿Es tan terriblemente malo el final de Juego de Tronos? No. ¿Entonces? El camino que le precede lo es y, sentó unas bases para que este final tuviese poca coherencia con su recorrido. Dudo mucho que el final de personajes como Sansa Stark, Jon Snow, Arya Stark o Bran Stark sea muy distinto en los libros (y más adelante entraré en detalle en por qué creo que el final sí es acertado), pero D&D lo han hecho de una manera tan apresurada y con tan poco cuidado, que no ha dejado tiempo a los espectadores para que se lo lleguen a creer. No voy a entrar a discutir en por qué esta temporada tiene 6 capítulos o incluso en por qué no hay más temporadas, porque aun no acabo de entender si ha sido cosa del cansancio de los actores y los largos rodajes o de que D&D querían ponerse manos a las obras con la nueva trilogía de Star Wars (miedo me da), pero de lo que estoy segura, es que eran necesarios más capítulos.

Me voy a centrar en la temporada 8, principalmente porque si no este ensayo podría llegar a parecer la Biblia, pero la séptima temporada también se quedó corta. No empezó mal, tenemos el capítulo centrado en Winterfell, con su buen homenaje a la primera temporada, un capítulo de transición, de los que son lentos y tranquilos, en los que aparentemente no pasa nada salvo tiempo, tiempo para que los eventos sigan su curso natural y evolucionen. ¿Tenemos más episodios de transición en esta temporada? No. Tenemos acción, tras acción y más acción, y el espectador tiene que creérselo por obra y gracia de Dios (en este caso D&D). El primer ejemplo lo encontramos con la relación amorosa entre Daenerys y Jon. La séptima temporada termina con su primer encuentro sexual, al inicio de la octava están increíblemente enamorados y en el segundo capítulo, con la revelación del parentesco real de Jon, su relación deja de ser la misma de siempre para que, tras la batalla con los caminantes blancos, ya sea irrecuperable. No desarrollan la relación, ni el enfriamiento, ni la ruptura.
Otro de los más tristes y que más ha enfadado ha sido la muerte de Varys. Varys traiciona a su reina y consigue su castigo en forma de pena de muerte en apenas… ¿veinte minutos? Varys fue uno de los personajes más importantes en el inicio de la serie para que, con el transcurso de las temporadas, verse relegado a un segundón y terminar en cenizas en cuestión de segundos. El actor merecía más, Varys merecía más y por supuesto, nosotros merecíamos más. ¿Para qué molestarse en enseñarnos que estaba escribiendo cartas contando el parentesco real de Jon, si luego no vuelven a mencionarlo nunca más? Deberían de haber desarrollado su traición poco a poco y haberle dedicado más tiempo a un personaje con tanto peso en la historia.

Si pasamos a hablar de evoluciones incongruentes consigo mismas, tenemos a Arya o Jaime. Si bien creo que ambos han terminado como debían –una explorando el mundo y el otro muriendo junto a su hermana—sus acciones precedentes a su final carecen de lógica. La primera, se curran un arco argumental en el que la convierten en una magnífica asesina, nos brindan las muertes de los Frey y Littlefinger, para que luego en un capítulo haga apego a la familia y como son los últimos de los Stark deben permanecer unidos y, cinco minutos después, se acuerde de que Cersei está viva y en su lista, se largue junto a Sandor Clegane a King’s Landing. Y ya no hablemos de que sea ella quien mate al Rey de la Noche. He leído muchas acusaciones de que Arya Stark es otra Mary Sue, pero no es el caso, Arya Stark no está excesivamente idealizada y todo lo que ha conseguido se lo ha ganado con sudor y sangre –especialmente sangre—pero la muerte del Rey de la Noche fue puro fanservice y un topicazo del cine actual. Arya merecía más.
El desarrollo de Jaime es mucho más profundo en los libros y se aleja más de su hermana que en la serie. No obstante, en la serie también nos muestran otra cara de él, una mucho más humana y sensata y como de verdad quiere hacer el bien para la humanidad. Lo primero que sabemos de él es que mata su Rey para que no queme a toda una ciudad entera. Algo de moral tiene, ¿entonces cómo le hacen tener una conversación con Tyrion en la que dice que la gente no le ha importado nunca? Todos sabíamos que Jaime no podía ser feliz junto a Brienne y que se quedara por siempre en Winterfell, es más, el hecho de que esa relación se consuma no deja de ser otro tópico más en el que el guion de Juego de Tronos cayó desde que dejó de apoyarse en los libros, pero aún así, no podéis hacer que un personaje vaya dando tumbos de “ahora sí, ahora no” en cuestión de un episodio. Sí, su destino era morir junto a Cersei. Vinieron juntos al mundo y lo más poético es que se fueran juntos de él pero… ¿en un derrumbamiento? ¿De qué sirvió la trama del bebé de Cersei? ¿Se supone que es para que nos de más pena? ¿Era necesario que un personaje tan épico como Cersei, su mayor hazaña en la octava temporada fuese beber vino en frente de una ventana? Los hermanos Lannister merecían más.

Otro tema que ha dado mucho que hablar es la supuesta locura de Daenerys. La evolución de la última de los Targaryen –hasta que la verdad sobre Jon se descubre—a lo largo de la serie es bastante natural y a mi modo de ver, la más cuidada de la serie (junto a la de Theon Greyjoy que, mal me pese porque es mi personaje favorito, tiene una muerte muy digna y teniendo así un cierre perfecto para el kraken lobo) y muchos han sido los que se han quejado cuando la de los cabellos platino, a lomos del último de sus dragones, masacró una ciudad entera, madres y niños inocentes incluidos. “Es incoherente” dicen. A mi modo de ver, no lo es. A lo largo de la serie, el primer impulso de Dany siempre fue el de atacar, quemar, masacrar. Sí, no eran inocentes, pero ya estamos hablando de que, desde siempre, jugó a ser Dios. Daenerys aprendió con el tiempo y con la ayuda de Jorah, Ser Barristan y más adelante Tyrion, a frenar esos impulsos de dragona e intentar encontrar otro modo de hacer las cosas. El problema es que, nuevamente, no nos da tiempo a asimilar que Daenerys está sola y muy lejos de ser salvada. Daenerys ya no es una mujer, es una dragona y tiene grabado en su piel fuego y sangre. Daenerys ha perdido a Jorah, dos de sus hijos, Missandei y el amor de Jon. Los motivos son más que suficientes.

¿Entonces cuál ha sido el problema? Nuevamente, la falta de tiempo. No hemos terminado la digestión de la muerte de Jorah, que ya se ha muerto Missandei y Daenerys está destrozando King’s Landing entera. Tendrían que habernos mostrado su descenso a la locura poco a poco hasta que todos hubiéramos entendido que ya no habría marcha atrás. El espectador lo que entiende es que a Dany de golpe y porrazo ya solo le importa el trono y el poder, cuando ese deseo siempre estuvo ahí. Dany anhela un hogar y cree que el trono se lo va otorgar. Dany quería ser querida y aceptada a toda costa, por eso una rendición tardía no fue suficiente, ella quería que el pueblo de King’s Landing la recibiera con los brazos abiertos y la reconociera como la salvadora de Westeros. Una de las tramas que más pereza da a los lectores de la saga, es la de Meereen, aunque a mí me parece que otorga muchos matices al personaje de Daenerys y nos presenta la dualidad constante de su personaje que, lamentablemente, no se le ha dado la importancia necesaria en la serie. ¿Paz o guerra? Al final de Danza de Dragones, entendemos que Daenerys ha elegido guerra.

En la serie, con la destrucción de King’s Landing, también nos ha quedado claro a todos cual ha sido su elección. ¿Es necesario entonces toda la estética neo-fascista del discurso final de Daenerys a los Unsullied y Dothrakis? El traje de la reina de cabellos platinos, la ciudad sumida en cenizas, la bandera Targaryen rojo sobre negro encima de la escalinata… ¿Realmente se merecía la Madre de Dragones ser relegada a esto? Drogon quema el Trono de Hierro porque, al fin y al cabo, tiene sentido que si un dragón lo creó, sea un dragón quien lo destruya. Una vez más los espectadores indican que carece de lógica de comportamiento animal. No sé vosotros, pero yo desconozco como un dragón se puede comportar porque no deja de ser un ser mitológico, pero hay que tener en cuenta que se deja entrever que Drogon estaba conectado mentalmente a su madre y puede saber perfectamente que la ha perdido por el deseo a ese montón de hierro. Lo triste del personaje de Daenerys, es lo mismo que nos encontramos con el ya mencionado Varys o Cersei. Han sido personajes claves en la serie, hemos crecido con ellos, llorado, reído, odiado… y se han ido en un suspiro. Me parece la elección perfecta que Daenerys muera a manos de Jon, no podía ser otro, pero la escena se ve forzada y rápida, insulsa podría atreverme a decir. El diálogo es pobre, de típica película de sobremesa. No quiero repetirme, pero… ¿no se merecía Daenerys más?

Jon Snow o Aegon Targaryen, el Lord Comandante que no quería serlo, el Rey que no quería gobernar, el héroe que no sabía nada. Para todo fan acérrimo de la fantasía épica, reconocerá el prototipo de personaje de Jon Snow. Varón de origen humilde, que sin saber muy bien cómo, acaba metido de lleno en el meollo de la historia y hacia el final descubre que es el heredero al trono. Casi todo clásico de la literatura fantástica tiene un Jon Snow, un héroe que acaba siendo rey. Pero Jon Snow no quiere ser el héroe, aunque muchas veces tenga que liderar batallas, ni tampoco quiere reinar ni heredar el trono. Y al final, por muy Aegon Targaryen que sea, no lidera los Siete (perdón, Seis) Reinos. No solo Daenerys Targaryen quería romper la rueda, sino que George RR Martin quería romper la rueda de la fantasía épica. No obstante, ¿ha quedado eso claro en la serie? Ni lo más mínimo. Como os decía al principio, soy lectora de los libros y eso me otorga conocimiento que un mero espectador no puede tener. Los showrunners de la serie han omitido la mayoría de las profecías, pero hicieron bastante hincapié en la de Azor Ahai y el Príncipe que fue prometido. No sé como acabará todo este asunto en los libros, pero por el momento, quiero creer que las profecías no están para ver si se cumplen o no, o incluso qué significado tienen, sino en cómo afectan a los habitantes de Westeros. Cersei se pasa su vida actuando en pos de la profecía que le indicó que reinaría hasta que llegaría una reina más joven, Melissandre va dando palos de ciego buscando a su Azor Ahai y las consecuencias son terribles (RIP Shireen Baratheon). Las profecías, más que estar ahí para predecir un futuro, están en Westeros para marcar y condicionar el camino, pues lo personajes se obsesionan con ellas. Jon no es uno de ellos, pero sí quienes le rodean y se ve toda su vida condicionado a aceptar roles y posiciones que él ni quería ni estaba preparado para asumir.

Al final, Jon se ve obligado a matar a su reina, una vez más porque alguien se lo pide, no por decisión propia. Siempre creí que el destino de Jon era acabar con los salvajes, por fin libre de que la gente decidiera por él, y que pasara sus últimos años junto a Ghost y el único pueblo que lo aceptó tal y como era desde el principio. Por razones que no acabo de entender, D&D han decidido que Jon haya acabado en el norte porque alguien lo ha decidido. ¿No se merecía Jon Snow decidir su destino? ¿Qué sentido tiene que Grey Worm en consenso con Bran Stark acepten mandarlo de nuevo a la Guardia de la Noche? Es más, ¿por qué está Grey Worm aceptando órdenes de otra persona que no sea Daenerys? No había ni tiempo ni presupuesto para otra batalla más, pero carece de lógica alguna que Grey Worm no intentara matar a Jon. Incluso vemos a los Dothraki pasear tranquilamente por la ciudad (la reconstrucción de King’s Landing es todo un récord). No quiero terminar de hablar sobre el que no sabía nada, sin mencionar la elección de D&D sobre su verdadero nombre. ¿Aegon? ¿En serio? Me imagino que es debido a que el verdadero Aegon Targaryen no aparece en la serie (en los libros, el supuesto Aegon hijo de Rhaegar y Elia Martell, no muere a manos de la Montaña, sino que dan el cambiazo con otro bebé ya muerto y sigue vivo) y han decidido unificar personajes, ya que muy probablemente ese Aegon acabe en guerra con Daenerys. Aún así, me parece de muy poco detalle a la historia que decidan ponerle Aegon. ¿En serio Rhaegar tiene un hijo con Lyanna Stark y esta decide ponerle Aegon? Resulta un poco confuso. Y cutre.

Por último, nos quedan Sansa Stark y Bran “The Broken” Stark. Sansa ahora es la Reina en el Norte, poco que objetar aquí salvo que parece que a los Hijos del Hierro se les ha olvidado esa independencia que tanto anhelaban en cuestión de segundos. Sansa pasó de ser un personaje por el que nadie apostaba nada, a convertirse en reina. Por lo que no puedo pasar, queridos D&D, es que pretendáis empoderar a una mujer a través de su historia de maltrato, vejación y violaciones. En los libros, el camino de Sansa tampoco es fácil, pero no hay necesidad de empoderarla a través de una violación. Se hace fuerte y aprende de sus enemigos, toma notas de Cersei, Littlefinger y de quién sea necesario. Afortunadamente, Sansa nunca es vendida a Ramsay en la versión de papel, así que no habrá que revivirlo una vez más. Con respecto a su hermano, es sin duda el final que más controversia ha creado y ha levantado mil teorías. ¿Es coherente que Bran haya terminado como Rey de Westeros? Yo creo que sí. Pero como he venido diciendo todo este ensayo, D&D han ejecutado esta temporada de una forma muy pobre. Es posible que me equivoque, pero probablemente el Cuervo de Tres Ojos planeara desde el principio hacerse con el poder del reino para dirigir a la humanidad a un porvenir mejor. Las señales están ahí, se pasa esta última temporada diciendo que no es Bran Stark, recordemos que incluso Meera Reed le dice “moriste en esa cueva”. Teniendo en cuenta que en la serie han omitido por completo la antigua identidad del Cuervo (Brynden Rivers, bastardo Targaryen), es bastante factible que siempre sea la misma entidad. Sansa remarca que Bran no puede tener hijos. ¿Le importa al Cuervo de Tres Ojos tener hijos si puede simplemente transferir su conocimiento a un nuevo cuerpo? Sólo podemos teorizar, porque no dicen nada claro al respecto. ¿Pero cómo iban a explicar tantas cosas en seis capítulos? El mundo de Canción de Hielo y Fuego es tan amplio… y llevan pasándoselo por la patilla desde que empezó la quinta temporada.

Me dejo cosas en el tintero, como por ejemplo que de golpe Tyrion deje de ser listo o que, resulte que esté enamorado de Daenerys, aunque el único momento que lo demuestra es cuando se le ve acechando en el barco al final de la séptima temporada. O la batalla estúpida y sin sentido entre Euron y Jaime. También se olvidan de que Samwell roba unos libros de la Ciudadela para que conozcamos más sobre la primera larga noche, qué quieren los caminantes blancos y cómo derrotarlos. Pero claro, para eso está el spin-off, ¿no? Y no nos olvidemos de esa reunión del consejo, en el que desconocemos la mitad de sus participantes. Al de Dorne lo he bautizado como “el Random de Dorne”. Quizás si no hubieran hecho una verdadera masacre con la trama de Dorne, no tendríamos a un hombre del que no sabemos ni su nombre ahí sentado. Quizás tendríamos a Arianne Martell. Quizás… Quizás Juego de Tronos podría haber sido la Breaking Bad del género fantástico, pero ha caído en picado por no darle más tiempo, dejarla crecer y prestar atención a los pequeños detalles. Sin duda, visualmente esta última temporada nos ha dado grandes momentos, y creo que en lo único que los fans de la serie llegan a un consenso es que la banda sonora es magistral, pero la calidad argumental es demasiado baja en comparación a sus temporadas predecesoras. Afortunadamente, la guardia de D&D ha terminado, pero no la de George y aún quedan muchas historias que contar: ¿llegaremos a tener en nuestras manos Vientos de Invierno y Un Sueño de Verano? El tiempo dirá.
