[crónica] Apocalyptica + Epica + Wheel en Barcelona – Razzmatazz, 10/02/2023

Texto: Íñigo Domínguez Díaz

Ha sido una semana con la agenda repleta de conciertos, en el que mi periplo particular terminaba este viernes con una de las giras retrasadas por la pandemia, que más esperaba el público. El Epic Apocalypse Tour que incluía el doble cabeza de cartel de Apocalyptica y Epica, con las entradas prácticamente agotadas para toda la gira presagiaba un evento para el recuerdo.

Ambas bandas tenían ganas de tocar en sala y se notó. Al fin y al cabo, el retorno a escenarios se produjo mayoritariamente en el verano pasado en la época veraniega de festivales y eso impone unas prisas por tocar y unas distancias con el público que afectan o pueden afectar a la calidad del sonido, la performance o simplemente al estado físico y de ánimo que hace que ver una buena actuación, tenga que ver más con la suerte que con la propia profesionalidad de la banda.

Tanto Apocalyptica como Epica derrocharan ganas y pusieron medios suficientes como para satisfacer e incluso superar expectativas. Fue un doble cabeza de cartel real (a veces lo venden así y resulta claro que hay uno de ellos que lo es un poco más y o el otro un poco menos) con cambio de escenario completo, mismo tiempo de concierto para cada grupo y misma calidad de sonido.

Como particularidad y fenómeno común a estas giras largamente aplazadas, al escuchar las canciones que van tocando los grupos, tienes la sensación de que el setlist propuesto es de clásicos. Estas giras fueron pensadas en 2020 o 2021 cuando las bandas acaban de sacar al mercado sus discos y finalmente han pasado de dos a tres años hasta que los han podido presentar, por lo que esa sensación de estar escuchando canciones de toda la vida se mantiene a lo largo del concierto.

A todo esto, figuraban como teloneros los fineses Wheel, una banda progresiva con influencias de Tool que no fue más que mera comparsa de lo que luego venía después. Sin hacer un mal concierto, funcionaron bien como música de fondo y me gustaron mucho más y me parecieron mejor ubicados, cuando los vi en un tour con Soen hace unos años. En cualquier caso, amenizaron y entretuvieron a unos pocos que se acercaron temprano al evento.

Después de los fineses y con puntualidad suiza (sí, la puntualidad es de los suizos que hacen relojes, otra cosa más que se han arrebatado los británicos a un país, aunque esta vez sin invadir países) salieron al escenario los holandeses Epica (mi cerebro no procesa los cambios de nombre de país) con golpe de efecto añadido.

Un buen juego de luces hizo que apareciera de la nada Simone Simons (sus padres no le pusieron mucho empeño en darle nombre a su hija, aunque nada superará a mi vecino de la infancia; Miguel de nombre, Miguel de primer apellido, Miguel de segundo apellido. Hatrick Miguel. Caso real, no es ninguna broma) y en segundos de la penumbra salieron el resto de sus compañeros mientras sonaba la intro. Y se pusieron manos a la obra de inmediato con uno de los temas cañeros del Omega, Abyss of Time – Countdown to Singularity, pillando por sorpresa al público con este comienzo absolutamente arrollador.

Con el listón tan alto, las siguientes The Essence Of Silence y Victims of Contingency quedaron un poco deslucidas por algunos fallos vocales pero que continuaron la senda para completar una primera parte del concierto memorable. Ambas canciones sirvieron para recordar el Quantum Enigma su anterior LP, el que les consolidó como una banda mainstream dentro del metal. Un inciso respecto a los fallos vocales: Simone estuvo de lujo, como toda la banda, fueron pequeños fallos puntuales. Una de las fortalezas que tiene Epica es que es una banda coral, a pesar de que se potencie mucho la imagen de su frontwoman.

Ella es una más de las piezas del mecanismo que hace funcionar la banda, aunque también es verdad que le ha costado asumir el papel. Solo me he perdido una gira de Epica, no me acuerdo cual, y en ella he visto evolucionar a la banda desde el inicio. En esa evolución, Simone ha pasado de una soberbia contenida a una simpatía forzada, de lo cual, lo segundo, siempre será mejor cara al público.

En definitiva, ha sabido controlar su ego y no habrá sido fácil, ya que ella en su país es imagen de marca e influencer de muchas marcas de maquillaje y cosmética, lo que te expone tanto al alago como a la crítica fácil. Gestionar esto dentro de un grupo y en zonas donde tu fama no llega, seguro en su juventud no fue fácil, ahora parece que lo tiene más asumido. Su interacción con la banda es mayor, lo mismo que con el público y sabe hacerse con el mismo, sin derrochar encanto ni empalagar.

Una vez hecho este paréntesis, decir que la banda siguió derrochando fuerza en cada uno de sus temas del setlist, que por cierto fue variadísimo. Tuvieron recuerdo para Design Your Universe, con Unleashed y tocaron incluso de su último EP The Alchemy Project, el tema que en el original está a dúo con el cantante de The Shining, The Final Lullaby. Volvieron a Omega con una canción que transmite miedo y terror como es The Skeleton Key.

Y es que otro de los puntos fuertes de la banda son las diferentes sensaciones que son capaces de transmitir, desde las más claras a las más oscuras, lo mismo te organizan un wall of death que te hacen encender el móvil para acompañar una balada. A partir de la siguiente The Obsessive Devotion, fue un no parar de nostalgia solo interrumpido por dos temas de Omega, la balada Rivers (linternas del móvil al aire) y el celebrado Code of Life con los ritmos arábicos al inicio y que después explota en una corriente de metal sinfónico.

Después llegaron Cry for The Moon homenaje a su primer disco, metal gótico muy sobrio, que era en realidad una continuación de conceptos previamente desplegados en After Forever, Beyond The Matrix, dónde toda la sala botó al ritmo de uno de sus temas más positivistas y terminaron con la siempre espectacular Consign To Oblivion (aquí el wall of death) ¸ tema de más de 10 minutos que es a Epica lo que The Keeper of The Seven Keys a Helloween. Imprescindible escucharlo en directo a pesar de su duración.

Su actuación se resume fácil; espectacular. No hay más que pueda decir.

Con el hype en todo lo alto, no sabia bien como mi mente y mi cuerpo iban a reaccionar ante la siguiente actuación. Las hormonas son caprichosas y a veces tardan en volver a coger ritmo y entre el parón de cambio de escenario y las últimas pruebas de sonido, tenía miedo de no volver a ponerlas en funcionamiento.

Con todo, se fueron las luces y solemnemente fueron apareciendo los miembros de Apocalyptica, capitaneados por su fundador Eica Topinen. Solemne fue su entrada y solemne fue el comienzo con Ashes of The Modern World presentando su trabajo más reciente, Cell-0, que ahora en 2023 cumplirá tres años. Sea lo que sea que toquen sus conciertos, temas más enérgicos o más calmados, es embrujador verles tocar los cellos.

Permaneces con la boca abierta durante minutos, preguntándote como narices son capaces de hacer para que un instrumento clásico suene a guitarra eléctrica. Si hay un grupo que rompe esquemas es Apocalyptica, porque aún es más impresionante verlos tocar sus instrumentos y moverse con ellos como si fueran violines que pudieran echarse al hombro.

Continuaron con Grace, en una calma tensa en la que no se sabía bien cuando el concierto iba comenzar a romper del todo de una vez por todas. Lo hizo con la aparición en el escenario del cantante Frankie Pérez, que disfruta desde hace poco de su segunda etapa en la banda. Atacaron I’m not Jesus, del álbum Worlds Collide como la anterior, con un Frankie poniéndose en el lugar de Corey Taylor para encender por fin la mecha y que el concierto terminara de explotar.

Siguió Frankie en el escenario para interpretar Not Strong Enough de 7th Symphony haciendo las delicias de un público ávido de un poco más de ritmo, que se cortó con Rise, balada de Cell-0 que recientemente fue reeditada con la voz de Simone Simmons, pero para decepción personal, no hubo crossover Epica-Apocalyptica como sí lo hubo cuando en la gira previa habían venido con Sabaton. En cualquier caso, preciosa y emotiva hizo las delicias del público interpretada en formato orquesta de cámara, con los cellistas sentados en taburetes.

Siguiente tema fue también del Cell-0, En Route to Mayhem, con un comienzo muy pausado pero que se transforma en un tema muy cañero y rápido, poniendo a prueba las habilidades musicales de todos los miembros de la banda. A estas alturas de concierto ya había recuperado hormonas y se alborotaron en la siguiente canción, Shadowmaker cuando Frankie se subió a la batería y junto con Mikko Sirén que se movió a la zona de percusión, ejecutaron la parte final del tema.

Frankie bajó de la tarima comenzó y a parafrasear el Killing In the Name, de Rage Against The Machine en lugar de seguir con el tema original. ¡¡¡Brutal!! Continuaron el I don’t care, uno de los mejores que poseen con voz invitada y en la que Frankie lo dio todo, sabiendo que iba ser la última vez que iba a aparecer sobre el escenario.

Nueva vuelta al formato de orquesta de cámara, pero esta vez para recordar sus orígenes como banda cover de Metallica, tocando Nothing Else Matters, seguida por el público que le puso voz a ratos sí y a ratos no. Siguiente cover, Inquisition Symphony de Sepultura, otra que no suele faltar y para terminar Seek & Destroy y un pequeño homenaje a Thunderstruck, ambos coreados efusivamente por el público.

Se fueron brevemente del escenario para volver e interpretar una de sus canciones propias más queridas, Farewell, balada impresionantemente emotiva que presagiaba un final más de concierto de música clásica que de metal, pero no. O sí, porque la elegida para finalizar fue Hall of The Mountain King, del compositor noruego Edvard Grieg, pero que muchos consideran el inspirador del black metal, como apunto Eica Topinen presentando la canción. La ambientación del escenario y la interpretación de la banda, la transformaron en un tema que los Emperor más primigenios envidiarían.

Con este tema se despidieron ovacionados por un público entregado, que seguro hubiera aguantado unos cuantos temas más. En definitiva, una noche memorable en la que ambas bandas lo dieron todo e hicieron disfrutar a la audiencia con propuestas muy diferentes pero convergentes en la faceta de la influencia de la música clásica.

Setlist Apocalyptica
Ashes of the Modern World
Grace
I’m Not Jesus
Not Strong Enough
Rise
En Route to Mayhem
Shadowmaker
I Don’t Care
Nothing Else Matters
Inquisition Symphony
Seek & Destroy
Farewell
In the Hall of the Mountain King

Setlist Epica
Abyss of Time – Countdown to Singularity
The Essence of Silence
Victims of Contingency
Unleashed
The Final Lullaby
The Skeleton Key
The Obsessive Devotion
Rivers
Code of Life
Cry for the Moon
Beyond the Matrix
Consign to Oblivion