Texto: Nati P Taviel de Andrade
El pasado 6 de Septiembre nos preparamos para asistir a la famosa sala Huxley´s Neue Welt de Berlín para inyectarnos una buena dosis de rock. de la mano de Black Stone Cherry. Una noche que comenzó con el peor público que os podáis imaginar y que los chicos de Kentucky supieron salvar milagrosamente. Y una noche en la bailamos, cantamos, saltamos y, en definitiva, disfrutamos de un grandísimo espectáculo.
Los italianos Acid Muffin saltaron al escenario para dejarse la piel con un show lleno de buena vibra que el impasible público alemán no fue capaz de apreciar lo más mínimo. Marco Pasqualucci, cantante de la banda, se acercó en más de una ocasión a cantar e intentar animar a la audiencia a corear las canciones, recibiendo débiles aplausos por parte de una muchedumbre que estaba muerta. Ni siquiera la primera fila mostró gran entusiasmo. Mientras, los chicos de Roma dieron lo mejor de sí, haciendo su mejor esfuerzo por animar a un público desganado, desagradecido y tremendamente aburrido. Un show cargado de fuerza y buenos temas, donde el trío demostró gran talento a golpes de buen rock y una estupenda actitud pese al patético recibimiento por parte de la gente.
Después de 30 largos minutos, Black Stone Cherry hicieron su aparición con un muy rockero “Maybe someday” (Black Stone Cherry, 2006). ¡Y qué locura! los chicos de Kentucky demostraron tener tablas más que suficientes en el escenario para dar un espectáculo de infarto y enloquecer al apagadísimo público alemán. Y que decir del guitarrista Ben Wells…. ¡pura dinamita! desde el primer minuto, Wells no dejó de saltar, hacer muecas simpáticas al público, moverse de un lado a otro… un torbellino sonriente cargado de buen rollo que conectó con el público al instante.
Apenas terminaron con la primera canción, engancharon con la cañera “White trash millionaire” (Between the Devil and the Deep Blue Sea, 2011), consiguiendo que el público llegara al éxtasis. ¡Y hablamos de la segunda canción! ¿Qué iban a dejar para el resto del concierto? Jon Lawhon corría de un lado para otro junto a Bells; animando al público constantemente y contagiando a todos con su buen rollo e increíble simpatía. Y es que todos los miembros mostraron ser artistazos como la copa de un pino, brillando con luz propia. Incluso John Fred Young, batería de la banda, demostró que estar situado atrás no es excusa para no destacar y darlo todo por el público. Un Young enloquecido, incombustible y atronador del que pudimos disfrutar durante toda la velada.
Seguimos con el tema “Blind man” (Folklore and superstition, 2008) y posteriormente con la mítica “Blind city lights” (Black Stone Cherry, 2006), tema que Chris Robertson presentó como una de las canciones más pedidas por el público en varias ocasiones. Siguiendo con el mismo disco, el público pudo disfrutar de la bonita voz de Robertson con el tema “Tired of the rain” y posteriormente, para sorpresa de todos, la banda comenzó a tocar la muy mítica Whole Lotta Love de Led Zeppelin. ¡Y menuda cover! un acierto por parte del grupo y una forma estupenda de enlazar con la canción “Cheaper to drink alone” (Kentucky, 2016).
Seguimos rockeando a ritmo de “Soulcreek” (Folklore and superstition, 2008) y “Soul machine” (Kentucky, 2016) para darnos de bruces con un estupendísimo solo de batería de Young. Cuando estábamos en pleno éxtasis, la banda nos deleitó con “I’m Your Hoochie Coochie Man”, temazo de Muddy Waters e increíble cover que poco tenía que envidiarle a la original. A continuación, y para alegría del público, la banda interpretó el gran tema “Me and Mary Jane” (Magic Mountain, 2014), consiguiendo mantener una atmósfera increíble donde reinaba el buen rollo y que se prolongó en el tiempo de la mano de “In my blood” (Between the Devil and the Deep Blue Sea, 2011).
Nos relajamos con “Hollywood in Kentucky” (Magic Mountain, 2014) y “Like I roll” (Between the Devil and the Deep Blue Sea, 2011), temas más tranquilos, pero igualmente mágicos. Y volvimos a la cima con “Blame it on the boom boom” (Between the Devil and the Deep Blue Sea, 2011) y “Devil´s queen” (Folklore and superstition, 2008), donde ya un público más que revolucionado no dejaba de corear junto a Robertson y los suyos.
Después de semejante subidón, el público pudo calmarse (y porqué no, también emocionarse) con la preciosa balada “The rambler” (Kentucky, 2016), para después subir a lo más alto con la esperadísima “Lonely train” (Black Stone Cherry, 2006) que combinaron con la mítica “Voodoo child” de Hendrix. Un botón de oro para un concierto que fue, sin duda, de diez y que dejó muy claro que los chicos de Kentucky tienen aún mucho que ofrecer.