Texto: Mariano Bacigaluppi
📷 Ben Houdijk
En mi crónica de los Black Crowes, cuatro meses atrás, ya comentaba y alucinaba con las bondades musicales de los neerlandeses DEWOLFF por eso, apenas supe que volvían y además en calidad de headliner, no dudé un solo segundo en volver a verles.
De eso hablaré un poco más adelante, porque antes de la banda cabeza de cartel, saltaron a escena unos desconocidos para mí The Grand East y me gustaría, al menos por unos renglones (nada torcidos) centrarme en ellos…
Neerlandeses también pero literal y abusivamente, alocados sobre el escenario… Un quinteto tremendamente difícil de etiquetar o encasillar, una extraña melange de Rock y Blues, pero llenos de psicodelia, que por momentos pueden recordarte a The Doors, en otros a Elvis Presley e, incluso, por varios pasajes de teclados a Pink Floyd.
Comenzaron su presentación con Sex club dónde ya quedó patente la insania de su cantante Arthur Akkermans. Otras que sonaron fueron Straaljager y Sweet Boy, ésta última con ciertas reminiscencias a Red Hot Chili Peppers principalmente por el trabajo de su guitarrista Niek Cival. En Magic Surf de sobremanera nos recordaron a The Doors, gracias a los teclados de Barend Lippens, pero con un punto divertido y atrayente…
Otra de las que tocaron en su rigurosa media hora fue la buenísima Kiss The Devil, canción con la cual queda totalmente plasmado y ejemplificado lo que The Great East son como banda y todas las influencias que llevan en su mochila.
Para lo de DeWolff cada vez, sinceramente, quedan menos calificativos. La joven banda, aunque ya todos rondan la treintena, derrochan energía, calidad y musicalidad en cada nota que ejecutan. Son los Deep Zeppelin (o Led Purple) del Siglo XXI, pero con muchas más influencias como Cream o The Allman Brothers (por sólo citar algunas).
Y no, no es sólo ese memento de los setenta…. Es mucho más… Ver a Pablo Van De Poel, su líder, en escena es realmente tener el espectáculo asegurado. Es sinceramente increíble cómo además de ser un sólido guitarrista es un perfecto vocalista, con la garganta cargada de sentimientos, pero a la vez de salvajismo desaforado. Su hermano, Luka, tras los parches imprime contundencia cuando es necesario y suavidad, también, cuando la atmósfera lo requiere y ya, por último, su teclista Robin Piso completa el combo perfecto con sus melodías llenas de ensoñación.
El puntapié inicial lo dio la tremenda Night Train y en tan sólo diez segundos, cuando su increíble riff comenzó a sonar, la Sala Mon se puso pata para arriba. Sala que, por cierto, colgó el cartel de SOLD OUT con setecientos ensardinados asistentes. Cómo esta gira servía cómo presentación de su último larga duración, “Love, Death & In Between”, prosiguieron con su tracklist con la pegadiza Heart Stopping Kinda Show. Dónde convengamos que se echaron de menos, sólo un poquito, los vientos de su versión de estudio, pero sin lugar a dudas el power trio defendió a la perfección.
Prosiguieron su camino con la sureña Made It To 27 dónde todos, en mayor o menor medida, nos marcamos unos antológicos bailecitos con una sonrisa tatuada en la boca. El Rock volvería de la mano de Yes You Do, rescatada de su anterior “Wolffpack”, dónde el delirio se hizo generalizado. Aquí, precisamente, veremos cómo Pablo Van De Poel hace todo, absolutamente todo, a la perfección en sus múltiples facetas y está súper arropadísimo por el Hammond de Robin Piso.
Proseguirían su andadura con la pegadiza Live Like You dónde, una vez más y nunca me cansaré de decirlo, las labores vocales de Pablo llegarían al summum. La divertida Sugar Moon sería lo que continuaría para luego presenciar y ser partícipes de uno de los momentos de la noche, hubo varios, pero este fue sin lugar a duda uno de ellos. Para la interpretación de la balada bluesera Will O’ The Wisp creo que no conozco, ni que exista, un calificativo justo y correcto para poder aplicar. La guitarra realmente lloraba en cada intervención y esa tristeza vocal de Pablo, muy bien acompañado en los coros por su hermano Luka, y ese traspaso de Blues a Soul de los últimos instantes de la canción es, literalmente, para enmarcar y mostrar en las escuelas de música de todo el mundo.
La instrumental Tired Of Loving You es un título que sencillamente es una antítesis de lo que puedas sentir por la banda, porque cada vez que los escuchas, o los ves en directo, los admiras y disfrutas más y más y, dudo mucho, que puedas cansarte. La pieza derrocha psicodelia, al más puro estilo Cream, y fue un auténtico disfrute presenciar eso en directo.
Las voces, y el Rock Sureño, volverían de la mano de Double Crossing Man dónde todos fuimos partícipes dejándonos la garganta cantando aquello de ♫…And I know your heart is hurting…♫. Posteriormente volveríamos a su “Wolffpack” con una sobresaliente y magnífica interpretación de la pegadiza Treasure City Moonchild dónde la participación del público fue realmente espectacular.
Con Message For My Baby regresó, una vez más, el Rock y un solo de batería por parte de Luka Van De Poel realmente alucinante, llevando la canción a los casi diez minutos de vida. Con esto darían por concluida su presentación… Al menos de momento. A los pocos instantes, volverían al escenario para, ahora sí, presentar el que para mí fue el momento cumbre de la noche. Rosita escaló hasta los veintidós minutos y tuvo de todo… Tuvo Rock… Tuvo Soul… Tuvo Psicodelia y tuvo al mismísimo Pablo Van De Poel tocando su guitarra entre el público y siendo llevado en andas por la sala, por el mismísimo batería de la banda telonera. ¡Alucinante!
De verdad… Ya pocos espectáculos se ven con tanta energía. Por lo tanto, si en algún momento la banda vuelta a tocar por nuestro país (lo harán seguro), no dudes ni un segundo en asistir y a correr por las entradas…. ¡DeWolff son espectáculo asegurado!