Texto: Alivecarlos
Fotos: Alivecarlos
El año pasado comenzaba la gira para celebrar los 40 años desde el nacimiento de Barricada, un tour en el que agotaban entradas dejando las salas pequeñas allá por donde pasaban. Se han ido incorporando ciudades, volviendo a pasar por otras, y añadiendo una segunda fechas en recintos de mayor capacidad donde siguen colgando el cartel de sold out.
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La gente no se cansa de rememorar las canciones que les marcaron una época de la mano de El Drogas. Poder escucharle de nuevo, haciendo un set exclusivo de sus canciones de Barricada con los mismos socios, con los que lleva mas de una década, y en esas continúan reventando sala por sala. Una gira que estoy seguro todos los que hemos tenido la oportunidad de verla (posiblemente a excepción del propio Enrique Villareal, por ser un culo inquieto y querer siempre auto inventarse) le diríamos: “deja que esto no acabe nunca”.
En Barcelona repetía de nuevo, pasando de una a dos noches en la sala grande del Razzmatazz, agotando todas entradas. Fuera quedaba formada una cola que daba la vuelta a la esquina, haciendo que no parara de acceder gente a las puertas del concierto. Y ya quedaba poco para que sonara la cachonda introducción de El Drogas diciéndonos que prestáramos atención, que estaban a punto de salir. Brigi Duque a la batería, Eugenio Aristu al bajo, y Txus Maravi a la guitarra nos machacaban con la entrada de “La Silla Eléctrica” mientras Enrique Villareal, El Drogas, micrófono en mano nos regalaba una risa demencial.
Los primeras líneas de “La Silla Eléctrica” eran cantadas al unísono entre todos, hasta llegar al “Un, Dos, Un , Dos Tres Va!” y la Razzmatazz se vino abajo. Era el primer tema y tenía a toda la sala cantando a pleno pulmón, como si fuera la primera y la ultima ocasión de hacerlo. Allí había mucho más que ver a un artista o grupo que te gusta, dos meses atrás en el Oasis de Zaragoza había tenido la misma sensación y es que son conciertos que se viven de otra manera.
Barricada ha marcado y acompañado la vida desde la adolescencia de muchos, creando un álbum de recuerdos y batallas que en cada espectáculo vuelven a salir poniéndonos a flor de piel, y es que así estuvimos treinta canciones de repertorio. Se agradece que aun queden algunos pocos que toquen conciertos de 2 horas sin relleno alguno. Todos los temas eran himnos seguidos por todo el mundo: “Esperando en un billar”, “Barrio Conflictivo”, “Mañana será igual”, “Contra la pared”, “No se que hacer contigo”, “Bahia de Pasaia” y más. Parecía que estuviéramos en la aun entonces sala Zeleste, en uno de los tantos bolos que allí nos tocaron con un repertorio de la época.
El Drogas, como es normal, se lleva todas las miradas paseándose a lo ancho del tablado ataviado de arriba a bajo, dirigiéndonos con sus letras, voces y gestos. A su izquierda Txus, que tiene el compromiso de ser el único guitarra y tocar canciones compuestas para dos rítmicas, aparte de alternar los solos, va tirando de calidad y solvencia para sacarlas con el apoyo constante que dan Brigi y Eugenio, con una contundencia que no permite darte cuenta que falten riffs, mientras Maravi lanzaba acordes solistas medio a lo original medio a ese estilo tan suyo y especial.
Después de una emotiva “Deja que esto no acabe nunca”, retomaron de nuevo los temas más clásicos como “Rojo”, “Objetivo a rendir”, “Lentejuelas” y muchos más. Era exagerado, estabas alucinando con la que acaba de sonar y la siguiente era igual o mejor. Muchas de las que sonaron eran interpretadas por Boni en Barricada, y las escuchabas por el Drogas como si siempre se hubiera encargado él de ellas.
La fiesta continuó por todo lo alto con “Tan Fácil”, “Okupación”, “No hay Tregua”, casi acabando el set con “Esta Noche” para volver a ser todos a la vez los que entonáramos su letra hasta la saciedad. Después de mas de dos horas, dejaron para despedirse “En Blanco y Negro”, un bolazo que recordaremos durante mucho tiempo y que esperamos que sea recurrente.