Texto: Íñigo Dominguez Díaz
Foto: Manuel Schütz
La postpandemia nos ha traído un fenómeno que no por esperado resulta, se podría decir, emocionalmente complejo de manejar. Y es que la avalancha de giras después de dos años de parón está resultando emocionante a la vez que frustrante. Es como entrar a tu restaurante preferido, ver la carta, se te hace la boca agua con todos los platos y te los pedirías todos, pero al final solo puedes elegir un primero, segundo y postre, porque el presupuesto no te da para el menú degustación y catar todo.
Ciertamente ha llegado un momento en el que no puedes ver a todos los grupos que te gustaría porque hay una saturación de fechas que o por tiempo o por dinero, el público no llega. Así pues, hay que elegir bien y marcarse en rojo en el calendario las fechas importantes y personalmente para mí, el 17 de noviembre estaba marcado y remarcado en mi agenda personal. Tres de las bandas que más me han gustado desde siempre, Dark Tranquillity, Amorphis y Eluveitie, se juntan para realizar una gira que prometía ser memorable.
Así que en la Razz estuve desde la apertura para no perderme nada de la jornada, que comenzó con la única banda que de la gira que era una gran desconocida para la mayoría del público. Puntuales saltaron a escena los alemanes Nailed to Obscurity, banda a la que también había tenido la oportunidad de ver hace unos años cuando abrieron para Orphaned Land.
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Su propuesta, un death doom de carácter técnico, encajó mejor en aquella ocasión en una sala más pequeña y acogedora ya que la Razz 1 a las 17:30 de la tarde era aún un páramo del oeste por el que rodaban bolas de paja de salsola. La verdad es que no lo tenían fácil, puesto que abrir para los tres ilustres que venían tras ellos, debes mostrar mucha convicción y ganas en el escenario. No les faltaron, pero tampoco les sobraron.
Los cinco temas que tocaron sonaron en líneas generales bien pero faltos de respuesta por parte del público, su concierto fue en cierta medida debió parecerles a ellos mismos un eco en la montaña. La verdad es que la banda merece una oportunidad, pero en un formato más intimo y en un cartel con bandas de similar estilo. Me quedo con sus dos guitarras y el cantante cuando ejecutaba las voces guturales.
Terminaron los teutones y los técnicos trabajaron rápido para acondicionar el escenario para que salieran a escena una de las bandas que más han gustado, gustan y gustarán a los amantes del death melódico. Dark Tranquillity no necesitan presentación y con su inclusión en el cartel, sin duda le daban un punto más de categoría a la gira. La banda ha terminado por convertirse en un proyecto personal de Stanne y Brändström debido a las salidas en los últimos dos años del resto de componentes veteranos de la banda. Salieron con todo su set habitual al escenario incluida pantalla de vídeo y rompieron desde el comienzo con Identical to None de Moment, que marco intenciones ya que la mayoría de los temas que tocaron fueron de sus tres últimos discos Construct, Atoma y Moment, donde la banda sin cambiar radicalmente si es cierto que han apostado por una versión más melancólica y contemplativa de su estilo.
Esto no quita para que sigan siendo una banda con un directo potente y Mikael siga siendo uno de los frontman más activos y que más cercano al público que se puede encontrar hoy en día. Es un tipo risueño por naturaleza y no ha perdido ni un ápice de amabilidad y gratitud con los años. El resto del setlist tuvo estuvo dedicado a su obra culmen, Fiction, con Terminus y MIsery’s Crown con la que cerraron, pero hubo dos sorpresas y con o sin intención sirven para celebrar el 20 aniversario de uno de sus mejores discos Damage Done.
Por primera vez en directo sonó Cathode Ray Sunshine y también se pudo escuchar Hours Passed In Exile, que no se escuchaba en directo prácticamente desde que se lanzó el álbum. Parecen ya olvidarse, al menos en conciertos de setlist reducido, de álbumes como The Gallery, Projector y The Mind’s I, por no hablar de Character y Haven, mucho dónde elegir para solo 45 minutos de concierto…
Pues todo quedaba listo para que el primero de los cabezas de cartel comenzara su actuación. Un escenario sobrio y simple los acompañaba, símbolo de su presencia y su forma de desenvolverse por el mismo. La banda no se caracteriza precisamente por su cercanía con el público, pero lo compensan con una ejecución y un sonido sublimes. Amorphis en directo son como los muebles de Ikea, perfectamente funcionales y cumplen con el propósito para el que han sido diseñados, no les pidas más. Pero es precisamente ahí dónde está su fortaleza y la banda sabe aprovecharla y con ella han conseguido llegar a cada vez más público y la sensación que tuve es que entre el público había más forofos de los fineses que de los suizos.
Abrieron presentando su nuevo disco Northwards, con el homónimo y On the Dark Waters que es un temazo que para mí se quedará como habitual en los setlist futuros. Death Of A King de uno de sus discos más eclécticos Under the Red Cloud, se coló como siguiente, con una parta final muy coreable que hace referencia al título, aunque para coreable uno de los que no falta nunca, Silver Bride, ligerito y dulcificó el ambiente. Into Hiding fue el primer recuerdo al mítico Tales from The Thousand Lakes, del que también sonaría Black Winter Day, que desde que lo regrabaron con Tommi, ha pasado de estar olvidado a colarse en todos los directos.
Para mí tienen mejores temas en su carrera, pero para gustos colores y con el siguiente Wrong Direction de Queen of Time, consiguieron uno de los puntos álgidos de la noche. The Moon y Seven Roads Come Together, nos devolvieron a Northwards, un disco que sin llegar al nivel de Queen of Time, tiene temas muy buenos y sin duda los dos anteriores lo eran y tuvieron muy buena acogida por el público. Con Black Winter Day y My Kantele, esta última en una versión mucho más directa que la original volvieron a sus raíces y terminaron de forma apoteósica con The Bee (una canción que condensa todo lo que son y eran Amorphis) y con su cierre por excelencia, la inevitable The House of Sleep. Muy buen concierto de los finlandeses que demostraron una vez más que son tanto banda de estudio como de directo, en el que todos y cada uno de sus miembros con más o estoicidad asume su papel, siendo Tommi protagonista absoluto del show. No fallan nunca y fallar es lo que hace grande a las bandas.
Pues todo quedaba listo para terminar la noche por todo lo alto con los suizos Eluveitie, otra banda que con mucho merecimiento se ha ganado un puesto entre los mejores a base de buenos discos y mejores directos. Las dos veces anteriores que los había visto, había disfrutado como un loco con lo que mis expectativas para este día estaban muy altas, aunque realmente no traían nada nuevo, ya que Ategnatos ya lleva tres años en el mercado y ya fue presentado en directo.
Cuando vi el escenario que desplegaban y la salida a escena de los nueve miembros de la banda y los primeros acordes de Exile of the Gods sonaban, pensé que había llegado a las puertas del Valhala, pero cuando Chrigel Glanzmann, mastermind y front man de la banda, entonó las primeras líneas de la canción, vi que algo no funcionaba bien y en ese momento pensé en desajustes sonoros, aunque la vocalista Fabienne Erni vino arreglarlo todo en un tema en el que ella tiene más protagonismo. Pero al acabar el tema comprobé que mis peores temores se confirmaban; Chrigel no tenía voz. Difícilmente podía comprenderse alguna de las palabras que dirigía al público.
En Nil un tema que es vocalmente exigente fue el bajón definitivo, prácticamente no se le oía. Deathwalker se salvo de nuevo por la intervención de Fabienne y lo mismo en Epona que además con su ritmo festivo levantó y mucho al público, que hasta entonces estaba muy contenido por la inesperada incidencia con en la voz principal. No se puede decir que él no lo intentara y ciertamente bastante que aguantó para poder ofrecer al público que había pagado la entrada el concierto, en eso hay que reconocer su valor y su saber estar. Después de Anu (un nuevo tema que es un solo de vocal femenino) llegó A Rose For Epona, con Fabienne de nuevo magistral haciendo olvidar a la añorada Anna Murphy.
En Thousandfold pareció que Chrigel se recuperaba algo y se abrió un rayo de esperanza que creció en Ambiramus dónde de nuevo parapetado bajo la interpretación de Fabienne, salvo los muebles. Todo fue un espejismo, en King otro tema vocalmente exigente, volvió a quedarse sin voz y de ahí ya no hubo recuperación. Por suerte Fabienne seguía a lo suyo y Breathe, fue eso mismo, un respiro para el pobre Chrigel y los que teníamos que escucharle. Elvetios y The Call of The Mountains cerraron la primera parte de la actuación a la que volvieron con Aidus otro tema nuevo de lo que parece será su nuevo disco y que de nuevo quedó deslucido, como ya lo fueron el resto, incluido el final y siempre apoteósico Inis Mona.
Buscar culpables es aburrido, desgasta y es trabajo de inquisidores frustrados así que se lo dejo a ellos. Me quedo con lo bueno sin dejar de lado que ciertamente me lleve una decepción. Lo bueno Fabienne y otros miembros de la banda como su batería y el multi instrumentista de la sección de viento, que dieron un recital. La decepción vocal no se puede obviar, así como que en ciertos momentos la mesa de sonido no ayudó al cantante que sufría, ni al resto de músicos, ya que en algunos temas el sonido fue muy embarullado. Así pues, y sobre todo cuando hay giras con cabeza de cartel compartido, no se puede evitar buscar quien lo ha hecho mejor y en la noche de Barcelona, el Pokémon de Amorphis derrotó claramente al de Eluveitie.
Setlist Eluveitie
Exile of the Gods
Nil
Deathwalker
Epona
Anu
A Rose For Epona
Thousandfold
Ambiramus
King
Breathe
Helvetios
The Call of the Mountains
Aidus
Kingdom Come Undone
Ategnatos
Inis MonaSetlist Amorphis
Northwards
On the Dark Waters
Death of a King
Silver Bride
Into Hiding
Wrong Direction
The Moon
Seven Roads Come Together
Black Winter Day
My Kantele
The Bee
House of Sleep