Texto: Íñigo Domínguez Díaz
Estoy en ese momento incierto de la vida en la que no sé, dentro de mi línea temporal, en qué punto estoy; si en la mitad o sobrepasada la misma. Esto deriva en una cierta urgencia en recapitular lo que has hecho y lo que te queda por hacer.
Los hay que se ponen a viajar compulsivamente para hacer check “he estado allí”, los hay que se compran una camper o una autocaravana y presumir de una falsa sensación de libertad, los que ven que se les pasa el arroz y deciden tener descendencia, los que rompen con su vida conyugal para encontrar nueva pareja porque no han tenido suficientes vivencias sexuales y emocionales, los que se vuelven gymbros y pádel fighters…
En fin, un sinfín de modalidades experienciales hedonistas (una de las muchas dictaduras sociales que existen, vivir experiencias) en las que cada uno busca autorrealización. Yo he sucumbido conscientemente a la mía particular, que no es otra que asistir a todos los conciertos y festivales que pueda, que no me quiero perder a ningún grupo ya sea moderno o clásico, de reciente escucha o que me retrotraiga a tiempos pasados, me guste o que le quiere dar una oportunidad.
¿Y, en qué posición me coloca para realizar la crítica del concierto de un grupo que, francamente, aborrecía en mi adolescencia/juventud? Pues en la mejor, porque la nostalgia funciona de perfecto catalizador y desde la madurez se aprecian mejor sonidos y formas de entender la música que, cuando se es joven, simplemente no se aprecian simplemente por orgullo testosterónico. Así que, una vez aclarado el punto de partida, paso a lo que importa relatando lo vivido.
Cierto es que no solo me animaba acudir ver a Fear Factory por primera vez a los cuarenta y pico, sino que también me impulsaba el deseo de ver en directo a dos bandas poco habituales en los escenarios y que son de reciente adhesión a mi biblioteca; Ghosts Of Atlantis e Ignea. El cuarto en discordia, Butcher Babies, como ya ha comentado algún compañero mío; “¿cuántas veces más van a girar esta banda por España?”, con esto lo digo todo. Como veis, un cartel de lo más heterogéneo.
Llegué con el concierto comenzado de Ghosts of Atlantis, banda británica que practica un metal extremo sinfónico, similar a Fleshgod Apocalypse pero con menos tintes clásicos y progresivos. Usan un contraste vocal de voces masculinas entre la gutural de su cantante y la profunda del guitarrista, que ejecutaron de forma magistral, siendo el gran punto a favor de la banda. Para variar y más teniendo en cuenta que eran los primeros en tocar, las orquestaciones que se pueden oír en sus discos, fueron prácticamente imperceptibles en directo.
Esto no le quita mérito a su actuación, bastante hicieron con salir a una hora tan temprana como las 18:30, ante una sala aún desangelada y actuar en formato comprimido de 25 minutos, claramente insuficientes para mostrar todo su potencial. Las agendas mandan y cuando se juntan cuatro bandas en el cartel, el tiempo es escaso y cada grupo juega con él lo mejor que puede. Me dejaron buen sabor de boca y espero poder volver a verlos pronto, tocando más tiempo y con mejores condiciones de sonido.
Al poco de acabar, saltaron a escena los ucranianos Ignea, banda a la que sigo desde hace unos cuantos años y que también vi en el Female Metal Voices que paró por Barcelona hace cinco años. En aquellos sus comienzos ya me gustaron, pero fue evidente que era una banda que empezaba su andadura con único disco en su haber. Pasado el tiempo han mejorado una barbaridad, Helle Bogdanova su frontwoman conectó y se metió rápido en el bolsillo al público, siendo también muy activos el resto de los miembros, por ejemplo, su teclista que son su instrumento al hombro es el que más apoya la labor de Helle.
Presentaron su nuevo disco Dreams of Lands Unseen, que contiene excelentes piezas como la inicial Dunes o la cantada en su idioma natal Дaлекі обрії. No puedo evitar compararlos con sus compatriotas Jinjer, grupo que también se ha hartado de tocar en festivales y giras durante el año pasado. Pues solo puedo decir que ojalá hubieran sido Ignea y no Jinjer los que inflaron a actuaciones. La banda conecta mucho mejor con el público, su actuación se pierde menos en individualismos y su música abarca más influencias y es más diversa. En cualquier caso, la banda completó una buena actuación exprés (solo 35 minutos) despidiéndose con un tema que engancha y que ya es su clásico, Leviathan con el que el público disfrutó y despidió a los ucranianos hasta la próxima ocasión.
Siguiente actuación, Butcher Babies, salieron también puntuales a escena. Y la primera en al frente; solo estaba Heidi en el escenario. No hay explicación por parte de la banda una vez terminado el primer tema Backstreets of Tennessee. Ahí empezaron mis cávalas particulares de por qué Carla no estaba el escenario, siendo como es el gran activo de la banda la combinación interpretativa de ambas cantantes. El caso es que los temas siguieron con cayendo con una Heidi que no parecía necesitar a su compañera para meterse a un público enfervorecido y que disfrutaba con cada canción.
A mí particularmente no me dice nada la banda, son un quiero y no puedo musicalmente hablando porque mezclan tantas influencias (nu-metal, hip-hop, thrash, metalcore) que acaban por no hacer nada. Tengo que reconocer que el sonido fue bueno, mejor que la anterior vez que los vi, también en el mismo FMV que a Ignea, y que a aquel festival le faltó mucho público. No puedo negar que a la banda no le faltan ganas y energía y que Heidi sola o acompañada se come el escenario, como hizo en temas como Wrong End of The Knife, It’s Killin’ Time, Baby! O Spittin’ Teeth, dónde Heidi bajó del escenario y cantó en el centro de un rondo formado por parte del público.
Es después de este momento cuando por fin elimino cávalas y Heidi pide un gran aplauso para su BFF Carla que ha tenido que quedar en casa con motivo de una cirugía ocular. Después del momento emotivo en Last December, en el que Heidi explicó su depresión y como gracias a pensar en el público se había recuperado, el show terminó con su clásico, Magnolia Blvd.
Y finalmente, llegaba el momento de reconciliación. De nuevo, y bajo puntualidad británica, comenzaba a sonar el tema central de Terminator y la banda capitaneada por el bueno de Dino Cazares (al que le suponía mayor dominio del idioma castellano) saltaron a escena con Shock, clásico de Obsolete, álbum cumbre de su carrera. Llegó algo que no esperaba y es a mucha gente de mi generación haciendo el animal como si no hubiera a haber un mañana, propulsados por una energía oscura y de misteriosa procedencia.
Todo ello con un nuevo maestro de ceremonias, el recientemente incorporado Milo Silvestro, cantante de procedencia italiana, 20 años más joven que los pilares de la banda Dino Cazares y Toni Campos y que tiene la misión de hacer olvidar a un icono como Burton C. Bell. Curioso es que, es miembro de la banda desde 2021 y no fue hasta febrero de este año que desvelaron su identidad. Junto con el batería Pete Webber, hacen ese contraste entre veteranía y juventud que bien combinado puede convertirse en un activo a explotar. Y es que tanto uno como otro dieron muestras sobradas de calidad, de que, si la conexión funciona, puede que Fear Factory pueda vivir una nueva época dorada.
Elemento curioso y que ahora tenemos asociado a la música urbana, es el autotune que Milo manejaba a su antojo en momentos puntuales, como un instrumento más al servicio del directo, que a las alturas del Powershifter tenía visos de convertirse en épico. No solo por como estaba respondiendo el público a la descarga de energía de la banda sino por el sonido, abrumador, claro y envolvente, con el volumen justo y adaptado a las características de la sala. Se sucedieron pogos, moshpits y toda clase de elementos en los que sorprendentemente nadie sale damnificado, al menos a simple vista.
Sonaron más temas de Obsolete, Freedom or Fire y Descent, y yo comenzaba a arrepentirme de no haber escuchado más a esta banda en el pasado. Y por fin llega mi momento, el TEMA, el único que me conozco y que no puede ser otro que Linchpin. Brutal regresión veinteañera a la que me sume con el resto del público, que seguía y continuó desatado a continuación con otro clásico del Digimortal, What Will Become?.
Para qué más, me podía preguntar, pero estaba solo a mitad de reconciliación con mi yo del pasado, Demanufacture, Self Bias Resistor, Zero Signal y Replica se encargaron de ello. Emociones a flor de piel, arrepentimiento sincero por no haber escuchado más a esta banda en el pasado y haberme perdido seguro algún que otro buen concierto. Pues por si no tenía poco, el círculo se cerró definitivamente con Resurrection, con el que cerraron la velada.
Con la sintonía de Terminator de nuevo de fondo, abandoné la sala absolutamente reconciliado con mi pasado y orgulloso de haber resistido a una batalla que debería haber librado hace 20 años. Conclusión; no solo se reparten carnets de metalero en los conciertos de Manowar, se pueden obtener en más y mejores ocasiones de las que uno podría imaginar.
Setlist Fear Factory
Shock
Edgecrusher
Recharger
Dielectric
Disruptor
Powershifter
Freedom or Fire
Descent
Linchpin
What Will Become?
Archetype
Martyr
Demanufacture
Self Bias Resistor
Zero Signal
Replica
Resurrection