[crónica] Hammerfall + invitados en Barcelona – Sala Razzmatazz 2, 30/01/2015

Texto: Gonzalo Moreno
Fotos: Stephansdotter Photography
Promotor: Madness Live!

En definitiva, un gran concierto de una banda venida a menos, por erosión del género, porque las modas pasan o por lo que sea, pero que hicieron disfrutar a las 400-500 personas que representaban tres cuartas partes de una sala que, de nuevo, nos brindó un gran sonido. Faltó algo de parafernalia (muy poco juego de luces, pirotecnia, humo, etc. además de ausencia de telón de fondo) pero se compensó con una buena dosis de metal del de toda la vida.

El tiempo de Hammerfall ya pasó. Aquella banda que entró con fuerza en el panorama metálico europeo a mediados de los ’90 con el llamado “power metal” junto a otros grupos como Stratovarius, Rhapsody, Blind Guardian o Sonata Arctica, hace ya un tiempo que tuvieron su momento de gloria. No hace tantos años que se les había podido ver en la sala grande de Razzmatazz, mientras que el viernes pasado apenas 500 personas acudieron a su concierto.

Esta sería una forma de verlo. La otra forma sería que Hammerfall realmente no fueron una banda de power metal como las demás. De hecho, se les encasilló por la temática de sus canciones (guerreros, dragones, etc.) y por ser europeos, pero si los analizas un poco a nivel musical, verás que huían de los cánones del género. Sus riffs eran mucho más cercanos a Judas Priest o Accept, esto es, al heavy tradicional, que a Helloween. Nunca tuvieron temas rapidísimos con doble bombo a todo trapo, como sí podíamos ver en bandas como Gamma Ray. Tampoco no había voces excesivamente gritonas, ni coros demasiado épicos, ni orquestaciones ni teclados. Sí, Hammerfall nunca fueron una banda de power metal convencional y es por ello que recibían muchas críticas de metaleros de aquella época. No eran suficientemente power para los powermetaleros y eran demasiado retrógrados para lo que se estaba haciendo en ese momento.

serious blackPor tanto, ver que aun pueden congregar a gente, que hagan disfrutar sin demasiadas complicaciones (porque de eso se tratan los temas de Hammerafall: de poder corear estribillos pegadizos y cantar puño en alto, y de ello saben mucho y tienen grandes hits), de ver algunas poses metaleras trasnochadas pero que observamos con una sonrisa nostálgica y, en definitiva, de disfrutar de un buen concierto de heavy metal. De eso se trataba, y esta sería la versión positiva de la noche vivida en Razz 2. Y, en casos así, da igual pensar si su metal es caspa fuera del tiempo actual o saber que solo los siguen una tercera parte de los fans que tuvieron hace 10 años. Hammerfall hizo disfrutar y eso es lo que vale.

Pero vayamos por partes. Había muchas ganas de ver a los primeros teloneros, Serious Black, un “supergrupo” formado por ex componentes de bandas como Blind Guardian, Edenbridge, Helloween o Tad Morose…ahí es nada. De gente experimentada no se podía esperar un disco de power al uso. Su único trabajo, As daylight breaks, tiene tintes del género, por supuesto, pero con un regustillo de hard rock que le da mucha clase. Había sobre todo ganas de ver a dos miembros que formaron parte de los mejores momentos en sus respectivas bandas (el guitarrista Roland Grapow en Helloween y el batería Tomen Stauch en Blind Guardian) y cuyos proyectos posteriores no tuvieron el éxito que ellos mismos hubieran deseado (quizás algún destello para Grapow en sus dos trabajos con Masterplan). Así dos, dos grandes músicos venidos a menos pero que había ganas de ver…y cuál fue el chasco al saber que ninguno de los dos tocaría. Nuestro gozo en un pozo. La causa, baja por enfermedad, según nos enteramos. Una banda cuyos miembros tienen ese currículum por narices tenía que sonar bien…mucha clase, una gran voz la de Urban Breed (Tad Morose) pero un set list muy corto, de apenas seis temas.

orden oganLe siguieron Orden Ogan, una banda joven que el año pasado sacaron su quinto disco trabajo, el estimable Ravenhead, y que se van haciendo hueco día a día dentro del género, el power metal, ya saturadísimo. Y lo hacen con una propuesta relativamente original: una mezcla entre Running Wild y el folk metal, con toques del power más trallero, al estilo de Falconer o los primeros Nocturnal Rites. Se les vio muy motivados en todo momento, animando al personal a cantar sus coreables estribillos (quizás demasiado enquilosados en fórmulas-cliché, viéndose todo demasiado estudiado) pero muy compactos y que supieron ir ganándose al público poco a poco. Un público de todas las edades, desde jóvenes que descubren ahora el power metal como “veteranos” de 40 o más años que ven en Hammerfall una banda que fue nueva en los ’90 pero que hacían un estilo de metal con el que ellos crecieron una década antes. Así pues, los alemanes Orden Ogan dejaron una buena impresión tras una hora de set, sobre todo a base de temas pegadizos de su último trabajo, como F.E.A.R, Deaf among the blind o el tema-título, Ravenhead.

Hammerfall dieron un gran concierto. Ya sabemos que Joacim Cans no solo no está en su mejor momento sino que de hecho nunca ha sido un gran frontman. Buena voz y muy buen compositor de líneas vocales, sobre todo de estribillos pegadizos, lo mejor sin duda de estos suecos, pero nunca ha sido un gran líder en el escenario. Y sabemos también que Oskar Dronjak, el líder de la banda, no ha sido nunca un virtuoso de la guitarra. Pero todo esto no afectó para que dieran un gran concierto en el que la gente cantara estribillos, coreara y, en definitiva, se lo pasara bien, que de eso va el asunto. ¿El motivo? Pues lo dicho, Hammerfall, a pesar de que empezaron a decaer coincidiendo con el declive del género tras cuatro discos muy interesantes (después del Crimson thunder del 2002 mucha gente les empezó a perder la pista) tienen un buen puñado de hits a los que saben sacarle mucho partido. Si a esto le añades la buena actitud de los otros miembros, pues el concierto subió enteros: para esta gira han recuperado al anterior guitarra solista, Stefan Elmgreen (que se fue de la banda hace unos años para dedicarse a ser piloto de avión), pero esta vez en funciones de bajista, y fue el músico más motivado sobre las tablas de largo. El guitarra que le sustituyó, Pontus Norgren, tiene una gran clase. Y, además, tras la marcha de Anders Johanson han incorporado a un batería con mucha más garra y pegada, David Wallin, que dotó de mucha fuerza a los temas.

Hammerfall tienen 10 álbumes y todos, excepto uno (Infected, donde jugaron a cambiar de estilo), en la misma línea. En los mejores se pueden escuchar muchos buenos temas…y en los peores, pues se salva uno o dos. Lo que me gustó del concierto es que quisieron dar representación a todos los trabajos. Grandes bandas clásicas se centran o bien en lo primero que hicieron y que les encumbró o bien en lo último. Hammerfall tocaron de todos sus discos, y eso dice mucho de ellos, como también lo dice que para los bises acudieran a canciones de su último trabajo: nada menos Bushido y (r)Evolution para acabar con su clásico Hearts on fire. Junto con el tema que empezó el concierto (Hector’s hymn) y Live live loud fueron las representantes de disco recientemente editado.

Para el resto, pues lo dicho, hits de todos sus discos, con riffs heavymetaleros de toda la vida y estribillos coreables: Any means necessary (del disco No sacrifice no victory), Threshold (del álbum homónimo y el único que está a la altura de sus cuatro primeros), Renegade (del disco con el mismo nombre), Hammerfall de su trabajo debut (la única de este disco junto con otro clásico, la balada Glory to the Brave), Bang your head (del denostado Infected), Last man standing (del compilado Steel meets steel) y así uno tras otro. Sí se echó en falta algún tema más del que quizás es su disco más celebrado: solo tocaron “Heading the call” del Legacy of kings. De todos modos, fue un set list muy equilibrado, lleno de éxitos y una apuesta segura de la banda.

En definitiva, un gran concierto de una banda venida a menos, por erosión del género, porque las modas pasan o por lo que sea, pero que hicieron disfrutar a las 400-500 personas que representaban tres cuartas partes de una sala que, de nuevo, nos brindó un gran sonido. Faltó algo de parafernalia (muy poco juego de luces, pirotecnia, humo, etc. además de ausencia de telón de fondo) pero se compensó con una buena dosis de metal del de toda la vida.