Texto: Jorge Fretes
Fotos: María Guerrero Vega
El pasado 18 de noviembre nos desplazamos hasta Eindhoven (Holanda) para presenciar el Helldorado Festival en el recinto Klokgebouw. Quienes conozcan el Speedfest sabrán de la magnitud de tal evento, del cual es heredero
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No es el primer viaje que realizamos a Eindhoven para cubrir un evento en este recinto para 5000 personas, ya que en 2015 también peregrinamos al Speedfest (puedes leer la crónica aquí) y pudimos comprobar como esta ciudad respira rock n´roll.
El recinto es una antigua fábrica de Phillips reconvertida a espacio cultural y que alberga grandes eventos de estas magnitudes, con 3 escenarios bien divididos y que no interfieren uno con otro sino que aislan cada actuación de manera perfecta dando la sensación de un mini-festival indoor. Destacamos el escenario principal “Lion”, que desde primeras horas contaba con un ring de lucha libre para la divertida actuación de “The Rock’n’Roll Wrestling Bash”.
Todo el festival estaba cargado de un fuerte impacto visual con un fuerte deseo de proporcionar entretenimiento mas allá de lo meramente musical: atracciones de feria, pasajes del terror, performances cirquenses con lanzamientos de cuchillos, o una propia jukebox humana en la zona de restauración (un músico de carne y hueso metido en una caja de metal que tocaba las canciones que le pedían). El resultado es que en un solo día el niño macarra que llevamos dentro puede vivir una “navidad” anticipada en el Helldorado Festival.
En cuanto a organización no podemos mas que elogiar a toda la crew involucrada en este montaje: desde los cajeros para cambiar los tokens, hasta las numerosas barras de bebidas, pasando por los puestos de comida con su rápida atención (aunque es cierto que podría ver más variedad viendo que el festival fue un lleno total), y el cumplimiento a rajatabla del horario nada fácil para tantas bandas entre las 13:00 y las 1:00. Están acostumbrados a este tipo de eventos, y la maquinaria está bien engrasada. El sonido no tuvo ninguna pega, y todo esto no hizo mas que amplificar la experiencia que ya querríamos para nosotros en España.
Aunque su cartel en base estaba centrado en el rock n´roll clásico, es agradable ver la participación de bandas como Orange Goblin o La Muerte con una carga mas agresiva, compartiendo escenario al lado de las melodías de Birth Of Joy o el espectáculo electrónico de Monomyth. Un poco de todo en el espectro del rock n´roll/psych/stoner/blues.
Principalmente impactantes fueron las actuaciones de Tyler Bryant & The Shakedown (quienes venían de una gira latinoamericana con Guns N´Roses y se enteraron en el mismo festival de la muerte de Malcolm Young) ya que supieron sacarle todas las bondades al escenario Cobra con cortes de su recién lanzado segundo álbum; o la total oscuridad (también sonora) en la que nos sumergieron La Muerte.
Si necesitabas una ración de bizarrismo podías visitar el escenario Tarantula, donde las actuaciones de Tigre Blanco (con guitarrista flamenco y una especie de “cantaora”) nos arrancaron en palmas, y donde la actuación del vampiro Kid Congo And The Pink Monkey Birds (alguien que en su cv tiene bandas como The Cramps o Nick Cave & The Bad Seeds) nos hizo troncharnos de risa y de buen rollo garagero. Es el espíritu del festival, esa sensación de buen rollismo seas de donde seas y los gustos que tengas. La Heineken corre rampante en sus vasitos de plástico, y siempre hay un hombro al que arrimarse para meterse en los pogos del Cobra Stage.
A modo personal nos quedamos con las actuaciones de Red Fang (plagada de clásicos de sus tres primeros discos, y con un Aaron Beam bastante participativo incluso contando chistes), de The Darkness (excluyendo el feo gesto de su guitarrista Dan Hawkins pateando el pie de micro de mala manera ya que no funcionaba en la primera canción, pero con un Justin Hawkins pletórico en sus mallas y capa), de Orange Goblin (abrasivo, demoledor y con el puño en el aire durante toda una hora), de Birth Of Joy (ecléctico y contagiante a partes iguales, donde nadie paró de dar palmas), de Nashville Pussy (perros viejos del negocio que aunque siguen dando el mismo espectáculo de manual siguen cautivando), de La Muerte (separados en 1994 y reunidos en 2015, nada te puede preparar para su show), de Big Business (el mejor dúo del rollo que te puedes echar a la cara, no por nada son parte habitual de Melvins), de Dead Lord (ojito a su disco grabado en Madrid) y de Imperial State Electric (Nicke hizo las delicias de todos los presentes volviendo hasta 3 veces en el bis y dejándose la piel en cada riff).
Todo el mundo debería animarse a probar un Helldorado alguna vez, a falta de Speedfest es ya nuestra ración favorita de música y espectáculo en los Países Bajos. Quizás Eindhoven no tenga tanto interés turístico como su hermana Amsterdam, pero se lo saben montar de lujo para que te quieras quedar a vivir en el Klokgebouw. Sin duda repetiremos.