[crónica] Meshuggah + High on Fire en Madrid – Sala La Riviera 29/11/2016

Texto: Marco Ávila Blanco
Foto: Concierto de la banda en Antwerp

La tormenta que se acercaba se podía sentir desde el  día en el que se anunció esta gira. Dos auténticos pesos pesados de la escena unían fuerzas para uno de los tours más brutales que al menos un servidor recuerda.

 Por una parte los anfitriones, Meshuggah, palabras mayores dentro del metal extremo, que tras 30 años de carrera hoy en día siguen en primera línea, acrecentando su leyenda aún más si cabe. Desde sus inicios en los que practicaban un thrash violento y técnico al estilo de bandas como Dark Angel, evolucionando hasta desarrollar su propio sonido, complejo y cerebral como pocos, sin perder una pizca de contundencia, convertidos en ídolos por una nueva corriente de bandas que con todo ninguna se les ha podido equiparar; hasta día de hoy, que con maravillas en su haber como Nothing, Catch-33 u Obzen , su estatus de reyes del metal experimental es indiscutible. El motivo de su visita es la presentación su último trabajo: The Violent Sleep of Reason, que si bien no es una revolución en su sonido, tiene una innegable calidad y deja constancia de lo que aún puede dar de sí su propuesta.

Les acompañan unos invitados de lujo: High on Fire, el lado más salvaje del sonido stoner. Comandados por Matt Pike de los también legendarios Sleep, llevan desde el 98 desatando su furia, combinando el sonido más clásico del género con la innegable influencia de Motörhead, es casi imposible no rendirse a los pies del carisma y buen hacer de su líder, al igual que ocurría con éstos últimos.  High on Fire continúan con la gira su gran Luminiferous , álbum que pudieron presentar el  año pasado en España.

Y seguro que alguno se preguntará: “Pero, ¿qué narices pintan High on Fire en el tour de Meshuggah?”. Es algo que estamos viendo cada vez más a menudo: bandas de estilos que en un principio son como el agua y el aceite unen fuerzas en un tour. Es una jugada audaz el pretender que exista un contraste entre la propuesta de ambas. Si no se me pasa algo más, el objetivo está claro: atraer a fans de cada artista que en un principio no se sientan atraídos por el otro e intentar ganarse su favor. Como ejemplo de esto me viene a la cabeza una reciente gira de Melvins y Napalm Death por Estados Unidos.

El caso es que el gran día llegó, y tal como estaba previsto sobre las siete y media irrumpieron High on Fire en el escenario. Y fieles a su estilo, los de Oakland se lanzaron directos a la yugular abriendo con la potente The Black Plot. Dentro de lo esperado, la banda se centró en temas de su último trabajo, como el ya citado The Black Plot, Carcosa, The Falconist o Slave the Hive. Las canciones se sucedieron ágilmente y, salvo quizás a la hora de decidir su orden, y algún problema puntual con la voz, su fue una auténtica delicia.

El talento de los tres integrantes es indiscutible, pero era inevitable que a uno se le fuese la vista hacía Matt Pike. Si no tuviese bastante con ser un genio de la guitarra, Matt derrocha carisma (y sudor) por los cuatro costados:  gesticulando, haciéndole señas al público, escupiendo, sonándose los mocos… Y si a alguien le quedaba alguna duda, no, Matt no llevaba camiseta. Además de Luminiferous, no faltaron clásicos de la banda como Turk, Blood from Zion, Fertile Green o Rumors of War.

High on Fire cerraba, cómo no, con la ya legendaria Snakes for the Divine, y pese a la ardua tarea calentar al público antes del plato principales, volvieron a marchar triunfales por la capital. Supongo que a algunos nos hubiese apetecido un setlist más amplio al igual que en la anterior ocasión. Pero caprichos aparte, no pudieron dejar mejor sabor de boca. High on Fire habían vuelto a dejar huella. Literal, además, porque durante el cambio, hubo que pasar la fregona allá por dónde Matt sudó, escupió y se sonó los mocos.

The Black Plot
Carcosa
Rumors of War
Serums of Liao
Slave the Hive
The Falconist
Turk
Fertile Green
Blood from Zion
Snakes for the Divine

 Aquello sólo acababa de empezar, y el público ya reclamaba a los protagonistas de la velada. Los ánimos ya estaban bien caldeados, y una vez Meshuggah salió a escena, haciendo honor a su nombre, se desató la locura. Los asistentes pudimos ser testigos de una actuación que sin duda vamos a recordar siempre. Al igual que ocurre con sus composiciones, el espectáculo que ofrecieron los suecos hizo gala una precisión y coordinación inhumanas. Todo, absolutamente todo, medido a la perfección hasta niveles enfermizos.

A contraluz se erguían poderosos, por encima del resto de los mortales, haciendo gala de una ejecución impecable y una ecualización perfecta. Mientras Jens Kidman demostraba su calidad de frontman, la pieza fundamental del engranaje, el batería Tomas Haake, ataba corto al resto de intérpretes mientras se desataba la furia por toda la sala. Queda por nombrar a alguien que al menos en los directos se ha ganado el estatus como sexto miembro de la banda: el técnico de luces, que demostró una habilidad en su trabajo a la par que la de Meshuggah como músicos. Coordinado con el grupo con maestría sin par, los efectos de luz se sincronizaron a la perfección con los músicos, y el todo formó un espectáculo apabullante.

Una experiencia tanto hipnótica como violenta para los asistentes, apelando al título de su último trabajo. Ya fuesen temas de su último trabajo (Clockworks, Born in Dissonance, Nostrum, Violent Sleep of Reason) o clásicos indiscutibles (Bleed, Future Breed Machine, Dancers to a Discordant System, Demiurge, Perpetual Black Second o Sane entre otros); el público entró en trance y se entregó plenamente a los indiscutibles triunfadores de la noche. Al igual que me ocurrió a mí, imagino que aquel que asistió por primera vez a un concierto de Meshuggah pensará que más que la experiencia que vivimos esa noche se queda corta si la calificamos como “un gran concierto”. El directo de Meshuggah es algo indescriptible, y seguir intentando definirlo le haría flaco favor a lo que realmente es. Simplemente queda por añadir que cualquier persona medianamente aficionada al metal extremo que no haya tenido el placer de disfrutar de un directo de Meshuggah no debería faltar la próxima vez.

Clockworks
Born in Dissonance
Sane
Perpetual Black Second
Stengah
The Hurt that Finds You First
Lethargica
Do Not Look Down
Nostrum
Violent Sleep of Reason
Dancers to a Discondant System
Bleed
Demiurge
Future Breed Machine

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