Texto: Íñigo Domínguez Díaz
Después de la inyección de metal en todas sus vertientes que supuso el rockfest, Barcelona no ha parado durante el verano y la semana pasada tuvimos la visita de dos grandes bandas del rock n’ roll como son Pearl Jam y Queens Of The Stone Age, con estilos alejados entre sí y por supuesto de cualquier banda del citado festival.
Pues el cuerpo y la mente me pedían un poco de “desintoxicación” así que no dude ni un momento en aprovechar la ocasión en convertir una típica semana de julio (un poco menos típica por el mundial) en una intensa semana de conciertos, hacienda acto de presencia en ambos. De Pearl Jam, ya os ha contado mi compañero Carlos sus impresiones así que me centraré en el épico concierto que viví en la Razz el miércoles con QOTSA.
Y es que fue curioso que los californianos decidieran obsequiarnos con su visita a una sala de conciertos en lugar de una localización más grande, lo que por otra parte convirtió al evento en algo especial y poco habitual, más íntimo y cercano con la banda. Aunque ellos huyan de la calificación de stoner-rock, es indudable que gran parte de sus temas tienen esa base musical, que bien es cierto que la banda a lo largo de su historia ha sabido impregnar con muchas influencias, progresivas y psicodélicas principalmente, quedando un estilo poco habitual para una banda que ha sabido mantener su esencia a pesar de haber dado el salto al gran público. El año pasado editaron Villains el que es su sexto LP de su Carrera por lo que el motivo de su visita a nuestra ciudad no era otro que presentar su trabajo aprovechando el camino hacia el festival Mad Cool de Madrid.
En el cartel de la noche solo figuraban ellos por lo que se presagiaba un concierto extenso en el que pudieran dar repaso a toda su discografía. La descarga comenzó con escasos cinco minutos de retraso y con la sala ya a rebosar en la que no cabía ni un alfiler, con incluso las gradas superiores ocupadas. El escenario muy sencillo a la vez que efectivo, poblado con unas pértigas LED flexibles con las que los músicos jugaron y golpearon a placer y que cambiaban de efectos en cada tema, con lo que renunciaron a gran parte de la iluminación de la sala. Esto hizo agrandar aún más el calificativo de íntimo al concierto, jugando mucho la banda en la penumbra que permitía esta escenografía.
A pesar de encontrarse presentando su nuevo disco decidieron abrir con A Song for the Deaf y continuar con Sick, Sick, Sick con lo que rápidamente se ganaron el público, abordando por primera vez su citado nuevo trabajo con Feet Don’t Fail Me (que suena a David Bowie por los cuatro costados) y The Way You Used to Do, que fueron muy bien recibidas. Con el show ya caliente decidieron subirle aún más la temperatura con You Think I Ain’t Worth a Dollar, but I Feel Like a Millionaire y No One Knows que fue el primer gran momento de la noche, momento que aprovecharon para dejar que su batería Jon Theodore nos ofreciera un solo que ya quisieran muchos drum heros metaleros poder ofrecer con una batería con un kit tan corto como él tenía.
La fiesta no paró aquí y continuaron con The Evil Has Landed que como todo su nuevo disco suena con mucha influencia de los 70 y después de este vino el primer y único recuerdo a R su primer disco con In the Fade que vino a enfriar un poco el ambiente, un tema lento que encajaba a la perfección con el ambiento oscuro de la sala.
Aún sin saberlo, pero ya estábamos a mitad de show y se había pasado volando a pesar del calor humano que se respiraba en la sala, momento perfecto para recordar por primera vez …Like Clockwork con My God Is The Sun y continuar con Smooth Sailing también del citado disco canciones más potentes y oscuras de su repertorio, que atronaron la sala. En todo momento la banda ejecutó con una contundencia sus temas que dejan al nivel de las nanas el sonido de estudio de sus discos.
Fue seguro lo que más me sorprendió de su concierto, la fuerza transmitida por unas canciones que cuando las escuchas en casa a veces pueden pasar por música de fondo. Otro de los puntos a tener a cuenta de sus directos es la soberbia con la que su líder Josh Homme se dirige al público, una prepotencia buscada y en un punto inocente que se le perdona por la energía con la que canta y toca la guitarra en cada nota del concierto.
Vuelta de nuevo a su Villains con dos temas Head Like a Haunted House y Domesticated Animals, el último muy pausado y que abrió un bloque de temas tranquilos junto son sus clásicos I Never Came, If I Had a Tail y Villains of Circumstance, dónde terminaron de dar repaso a su nuevo trabajo y dejaron una sala un poco apagada que no esperaba tantos temas lentos de forma continua.
Lo arreglaron con Little Sister de Lullabies To Paralyze canción con la que decidieron acabar su actuación, regresando al poco para interpretar un bis con los clásicos que quedaban en el tintero y que no podían despedirse sin haberlos tocado, la tierna balada Make It Wit Chu, la rápida Go With the Flow y la apoteosis final con A Song for the Dead tema con influencia heavy que dejo a todos para el arrastre.
Pues después de dos horas intensas de concierto en un formato íntimo y con un sonido atronador, poco más e puede añadir.
Que la banda resultó totalmente triunfadora sobre todo porque el público vio que dio el 110% en el escenario y fue capaz de llevarlo en volandas con cada una de sus canciones a dimensiones paralelas como solo puede hacerlo los buenos artistas y la buena música.
A Song for the Deaf
Sick, Sick, Sick
Feet Don’t Fail Me
The Way You Used to Do
You Think I Ain’t Worth a Dollar, but I Feel Like a Millionaire
No One Knows
The Evil Has Landed
In the Fade
My God Is the Sun
Smooth Sailing
Head Like a Haunted House
Domesticated Animals
I Never Came
If I Had a Tail
Villains of Circumstance
Little SisterMake It Wit Chu
Go With the Flow
A Song for the Dead