[crónica] Reverence Festival – Teatre El Latino, Barcelona 10/09/2014

Organizador: Retro City Psych Revolution
Bandas:
Graveyard, Spindrift, White Hills, Prisma Circus, White Manna, Jinko Vilova
Texto:
Bárbara Teruggi

A veces va bien despelucarse un rato para lanzar bien lejos los agobios de estos últimos tiempos alterados. Y meterse en una atmósfera setentera y ultra fiestera es quizás una de las mejores formas de hacerlo. ¿Qué tendrá ese maldito rock de patas anchas y psicodelia pura que tanto nos absorbe y nos traspone a otro mundo paralelo donde nada importa?

Por desgracia para mí en tan señalada fecha llegué justito antes de empezar el setlist de la tercera banda running order del día, Prisma Circus, lo que hizo que me perdiera las actuaciones de Jinko Vilova (Barcelona) y White Manna (USA), pero pude comprobar de mano de un amigo que había entrado previamente, que el festival estaba siendo un éxito rotundo, además por supuesto, no estamos ciegos, y la sala ya estaba MUY llena. Mis disculpas a sendas bandas, seguro que habrá nuevas chances de poder verlas.

reverence festivalDicho esto, y habiendo mencionado la sala en mi anterior disculpa, hablemos de este lugar. Recientemente abierto (bueno, casi un añito ya). Yo nunca había tenido la oportunidad de entrar en este sitio a ver ningún espectáculo. Muchos nos preguntábamos cómo iba a ser el sonido (por sobre todo, es lo que siempre interesa cuando se anuncia un concierto). ¿El resultado? Matrícula de Honor. Un sonido espectacular durante toda la duración de los conciertos, desde cualquier ángulo de hecho, te pusieras donde te pusieras, se escuchaba perfecto. La sala era ideal para la velada que vivimos, la decoración realmente acompañaba a la música que estábamos disfrutando, la atención de los empleados tanto de puerta como de barra y, por lo que me comentaron, hasta en los lavabos, fue impecable. Este inciso se hace demasiado largo pero quiero dejar constancia de que muchos de nosotros acordamos en que deberían celebrarse muchos más conciertos en esta sala, que entra con pie fuerte en la lista de mejores salas de concierto en Barcelona. ¡He hablado!

Ahora, devuelta al tema que nos ocupa, mi valoración general sobre las bandas y el desarrollo de todo el festival, excelente, muy puntuales, muy bien cuidado el sonido, y por supuesto, una gran actuación de parte de todas las bandas que lo dieron absolutamente todo, haciendo que la gente se pusiera literalmente a nadar haciendo el clásico crowdsurfing en un goteo incesante de personas que se iban animando. Resultado final, camisetas chorreantes por doquier, esto solo se puede deber al trabajo bien hecho por parte de la organización y de las bandas por supuesto.

Quiero destacar también una parte del espectáculo que a muchos nos picó la curiosidad y que nos mantuvo bastante cerca de las puntas del escenario durante un buen rato, y eran dos chicos trabajando las visuales con la sola ayuda de un plato cóncavo giratorio, unas pinturas especiales, y una especie de proyector que recogía la imagen de lo que ocurría en el plato con la pintura y la proyectaba a la pantalla de la pared del escenario a través de un espejo y un haz de luz. Jamás había visto esto y la verdad es que me pareció muy original y muy diferente, daba esa sensación de todo hecho en casa y todo acorde al tipo de música que estábamos oyendo, al final solo faltaban los toboganes con pintura y aquello podía ser tranquilamente un happening.

reverence festivalY ahora sí, hablemos de las bandas. En mi caso la primera que pude ver fue a los barceloneses Prisma Circus, a quienes ya había visto con anterioridad. Unos verdaderos hachas, Prisma Circus me recuerda en feeling (que no quiere decir que hagan exactamente lo mismo) a los americanos Earthless, ese tipo de bandas que provocan viajes mentales al ritmo de una música quasi hipnotizante pero llena de dinámica, con un manejo impresionante de los instrumentos y, lo siento, tengo que destacarlo, uno de los pocos bajistas que veo que le sacan tanto partido al Rickenbacker, porque he visto cada palo de escoba con semejante bajo que ver que alguien le rinde semejante homenaje, que acaba pareciendo que el bajo es una extensión de su brazo, es un regalo para los oídos, por no mencionar que Joaquín Escudero (el bajista en cuestión) es también el vocalista de la banda, con una voz rabiosa, rasgada e impecablemente imperfecta que encaja a la perfección con el ataque y derribo energético que supone la música de esta formación. Nada de esto sería posible sin la equidad titánica de dominio del instrumento y del poder de la composición de Oscar García y Alex Carmona (guitarra y batería respectivamente). Cuando decía que esta banda me hacía acordar en feeling a Earthless justamente es porque Alex Carmona es una topadora que lo hace darse la mano virtualmente con Mario Rubalcaba, con unas estructuras que se fusionaban y realzaban perfectamente la base rítima junto a Joaquín, permitiendo que Oscar García (nuestro Isaiah Mitchel local) brillara con sus inspirados viajes a través del mástil de su guitarra, con la cual estaba completamente fusionado, aportándonos en conjunto ese aire de Woodstock que dejó al público totalmente rendido a sus pies. Realmente, esta banda te manda de una patada a los 70’s, viaje en el cual te preguntas, en realidad no se ni por qué, ¿Qué tiene este estilo musical que tantísimo nos atrapa y que vuelve una y otra vez, y que probablemente jamás pase al cajón de acumular polvo como otros estilos?

Dicho esto, me voy a echar un cigarrito para intentar volver a la realidad y poder proseguir con esta redacción. No se vayan.

reverence festivalUna vez de vuelta, prosigamos con la crónica. Siguiente turno para White Hills, desde USA. Que decir de esta banda… A priori no puedo darles un punto negativo porque, probablemente y por mi estado de total sobriedad y preferencias personales, no me llegaron demasiado. Bueno, más bien mantuvieron mi atención durante todo el concierto pero no porque lo estuviera disfrutando. Esta banda fue tema extenso de conversación entre un amigo y yo después de su actuación. ¿La razón? En primer lugar la sensación que me daban es de estar saltando entre finales de finales de los 70’s o ya un poco metidos en los 80’s de USA a Inglaterra, a esos antros oscuros que evocan la escena de Joy Division, Souxie and the Banshees (por la voz de la bajista Ego Sensation) y asociados. Aunque a veces me traía de vuelta a un sonido más actual evocando un poco la rama indie con pinceladas compositivas que evocan a Kasabian, por ejemplo, quizás por el color de la voz de Dave W. En cuanto a la música pues… se basa en unas estructuras simples y una afición por los loops ad nauseam. Creo que este estilo de música es un poco más selectivo, en el sentido de que si no llevas algo de aliño encima no lo disfrutas y más bien caes presa del tedio y deseando que se acabe la situación. Pero echando un vistazo al honorable público podría decir que a un 70% había conexión y un 30% estaban de mi lado del mundo. No me quiero extender mucho más con la descripción de la actuación, aparte de decir que fue probablemente la banda que aportó el lado oscuro de la velada, por buenas razones por supuesto. Mi valoración no es alta, pero es simplemente una cuestión de gustos, y no tiene nada que ver con su calidad como músicos, la cual me veo incapaz de juzgar al 100%, dadas las circunstancias.

reverence festivalPero este viaje continuaba, y lo que vino a continuación fue algo que realmente me voló la cabeza, por lo inesperado, por lo divertido, por la conexión absoluta y demoledora con el público, y por la calidad que saltaba a la vista, la actuación de Spindrift, también de USA. Una banda que responde al estilo de Acid Western, con generosas dosis de Psicodelia y una buena candidata a figurar en bandas sonoras de películas a lo Tarantino (de hecho se ve que han colaborado con él en una ocasión, el dato, la película Hell Ride, en la cual Quentin figuraba como productor), y con incursiones al mundo de Ennio Morricone. Incluso me atrevería a decir que hubieron varios momentos que recordaban en forma a los grandiosos The Doors, de hecho hubo un comienzo de canción en el que yo pensaba que iban a salirse con una versión de Riders of the Storm, pero después se fueron por otros derroteros.
Realmente consiguieron meterse al público en el bolsillo y dejándonos con ganas de más, con una gran maestría para conseguir los mejores paisajes sonoros, que te hacían viajar en una seguidilla de escenas de película de lo más variadas en las que te veías a ti mismo en un sinfín de situaciones descabelladas. Podría decir que, la composición en general, me pareció que es algo que podría unir a varias generaciones para que por fin padres e hijos hagan las pases y dejen de señalarse los unos a los otros como “rebeldes” y “carcas” según dicta la ley de generaciones, pero lo que sin duda me cautivó fue la voz de Kirkpatrick Thomas, que podía pasar de ser el más sensual Neil Diamond al más arrullador Jeff Buckley cuando hacía esos agudos que ponían la piel de gallina.
Sinceramente creo que podría decir que no me aburriría de asistir a conciertos de esta banda, creo que ha sido un grandísimo acierto traerlos en esta ocasión, y esperemos que repitan, porque realmente el público se volcó de una manera tal, que dejaron claro que Spindrift debería ser un visitante regular a la ciudad condal.

reverence festivalY finalmente, el momento más esperado de la noche, y lo que supuso un verdadero climax para todos los espectadores, la actuación de los ya consagrados Graveyard, a quienes habíamos tenido el placer de ver en Barcelona hacía aproximadamente un año y medio en la sala Apolo 2, si no me fallan los cálculos. Esa última vez, justamente, me había quedado con las ganas de que tocasen Blue Soul, con lo cual, mi cara de sorpresa y satisfacción no tenía fin al oír los primeros riffs de esta delicia nada más empezar el concierto, vale, le metieron algún tijeretazo que otro y fue un poco más corta, pero a caballo regalado no le mires el dentado. De hecho todo el concierto estuvo marcado por un auto-versioneo de todas las canciones que conformaban el setlist, lo cual también fue muy grato de ver, puesto que se veía que se lo estaban pasando bien ellos arriba del escenario y que, además, estaban muy cómodos con la respuesta del público que fue de total rendición.
No faltaron los baladones que una servidora siempre quiere escuchar, como Uncomfortably Numb o Slow Motion Countdown, además de la gran Hard Times Lovin’ que siempre ha tenido una fuerza descomunal en el disco que sube exponencialmente cuando la tocan en directo, atravesándote como si fueras de papel.
Pero como bien sabemos, Graveyard son bien considerados por la caña que reparten a través de su música totalmente influenciada por la música de los años 70’s, y su poderío se hizo sentir desde las puntas de los pelos hasta la punta de los pies con temazos como Hisinguen Blues, Endless Night, The Siren o Evil Ways. Quizás sí que se les podría reprochar que se dejaran Satan’s Finest, Thin Line o An Industry of Murder en el tintero. Pero realmente fue una actuación memorable y lo cierto es que no me importaría ir a verlos cada año, eso sí, con un disco nuevo bajo el brazo, que ya toca.

En resumen, una grandísima noche que nos dejó a todos reventados pero con un buen sabor de boca y con ganas de volver a ver este festival pisar nuestra ciudad y, si es posible, en exactamente la misma sala que esta edición.