Texto: Íñigo Domínguez Díaz
Mucho se ha escrito sobre Sabaton desde que en 2005 publicaran Primo Victoria (Si bien ese no fue su primer trabajo, pero Metalizer no se pudo publicar hasta 2007). Desgraciadamente siempre intentando desprestigiar a la banda y mayormente fuera de lo que es la crítica musical; que si sus letras hacen apología del ideario político de extrema derecha, que si promueven o justifican los conflictos militares… lo más cariñoso que se escribe de ellos es que su estilo es “Disney metal”.
Lo cierto es que han arriesgado y sabiamente obviado toda esta corriente crítica destructiva construida desde los celos por el éxito conseguido por la banda. Su carrera es una trayectoria meteórica de éxito basada en algo que comienza a ser imprescindible para llegar a conseguirlo y no es otra cosa que un relato y una imagen que justifican su carrera en el aspecto musical. En su caso ha sido la historia militar, los pantalones de camuflaje y el tanque sobre el que monta su batería, todo incluyendo su actividad en redes sociales gira en torno a esta temática y difícilmente se despegarán de ella en el futuro a tenor del éxito conseguido.
Como todo en esta vida, depende de las gafas que te pongas para ver. Si se profundiza en sus letras, hay más una labor didáctica y divulgativa (apoyada por su propio canal de historia) que reivindicativa de la disciplina castrense, en lo que lo máximo que se hace es reconocer y homenajear la heroicidad de algunos personajes, muchas veces anónimos y que no hubiéramos conocido de no ser por sus canciones (ejemplo, Resist And Bite). Cierto es que algunos de sus discos no han sido del todo afortunados y han tratado los hechos con cierta ingenuidad e infantilismo (ejemplos Coat Of Arms y The Last Stand).
Miedo me daba cuando editaron The Great War, ningún conflicto debe tratarse a la ligera pero menos aún la Primera Guerra Mundial y con el precedente de su anterior trabajo The Last Stand el pánico se apoderó de mí; tal vez no volviera a escuchar a Sabaton. Por suerte no ha sido así y a nivel lírico han recuperado el nivel y gracias en parte a la mano que les han echado los chicos de Apocalyptica, a nivel musical también han realizado un buen trabajo. Temas como Great War o Fields Of Verdun se han convertido en temas que marcarán su carrera musical.
Y así lo demostraron más tarde en su concierto, pero antes de ellos había dos bandas de primera línea Amaranthe y Apocalyptica que conformaban junto con los suecos un cartel de lujo para esta noche de martes en Barcelona. Y es que precisamente, aun siendo martes, el Sant Jordi presentó una entrada más que decente, siendo lleno casi absoluto en la parte reservada al evento que fue la mitad del aforo aproximadamente. Si a Sabaton los tabloides no les tratan demasiado bien, peor aún es el caso de Amaranthe, que desde su nacimiento ha despertado amor y odio a partes iguales.
Para ellos fue la difícil tarea de abrir y calentar, tan poco valorada a veces incluso por la propia audiencia y defendieron como mejor pudieron sus temas con un público un poco apático hacia ellos. Y es que su estilo es complicado de encajar por fans de Sabaton, siendo un metal muy orientado al pop, con riffs de guitarra sencillos y solos prácticamente inexistentes. He seguido su carrera desde sus comienzos y les reconozco la valentía y el mérito de innovar pero han querido correr demasiado, lo que ha provocado que incluyan demasiadas influencias externas al metal provocando que muchos de sus temas sean inconexos. Estuvieron a un nivel similar a cuando los vi hace un año con Powerwolf, es decir haciendo lo justo para pasar el trámite ante unos fans que saben no son su público.
Esto, unido a que no presentaban nada nuevo y no cambiaron el set respecto a hace un año, pasaron sin mayor pena ni gloria por Barcelona. Como aspectos salvables, siempre acaba animando temas como The Nexus o Call Out My Name y el cantante de las voces agresivas Henrik Englund que me parece un talento desaprovechado para el metal extremo. El brillo sobre sus dos compañeros, una Elize Ryd que estuvo más distante de lo normal y Nils Molin que no tuvo su noche aunque es un buen cantante y si no, podéis chequear su banda principal Dynazty dónde desata todo su potencial.
Fueron Apocalyptica los que finalmente levantaron al público con un show propio aunque corto por su condición de teloneros. Y es que tienen una virtud muy grande esto hombres; en cualquier momento encajan. Si Amaranthe innovaron, Apocalyptica lo hicieron hace más de veinte años cuando siendo unos críos consiguieron que poner patas arriba la escena del metal sonando más heavy metal con sus cellos que muchas bandas con sus guitarras eléctricas. Desde su aparición versionando a Metallica ha llovido mucho y tienen en su carrera incontables temas propios que han acabado calando en el público, contando sus giras y apariciones en festivales por éxitos.
El año pasado en su gira de teatros dieron un soberbio recital en el Tívoli. Su aparición en esta gira no era casualidad. Si bien es cierto que justo acaban de editar un nuevo disco Cell-0, han colaborado en varios temas de The Great War y todo hacía indicar que este trabajo conjunto daría lugar a un proyecto más amplio que se ha visto materializado en este tour y que más tarde comentaré.
En lo que a su actuación se refiere, fue impecable eligiendo dos temas de su nuevo disco para presentarlo y un clásico como es Path de Cult el que fue se podría decir que es su primer disco propio. Al poco Eica presentó el siguiente tema una versión de Seemann de Rammstein y acto seguido saltó a escena Elize de Amaranthe que no solo puso voz a este sino también al siguiente I Don’t Care, cuajando una excelente interpretación en ambos lo que le redimió de la anterior con su banda.
Después de este momento único, la banda pasó a Grace un gran tema de Worlds Collide y seguidamente profundizó en sus orígenes como banda de versiones, rindiendo tributo a Metallica con Seek And Destroy, un clásico de la música clásica (valga la redundancia) como es Hall Of The Mountain King de Grieg (Inventor del black metal según Eica) para volver de nuevo a los de San Francisco con Nothing Else Matters, cerrando de forma melancólica su actuación y anunciando que más adelante en 2020 regresarán con show propio.
Pues ya estaban todos los trámites cumplidos para que comenzará la actuación de Sabaton. Y es que se notaba nerviosismo entre los que habían aguantado la tentación de consultar redes sociales para no saber qué era lo que nos esperaba a continuación. Sabiendo cómo se las gastan los suecos, que saben compensar con creces el precio de la entrada pagada por el espectáculo, algo grande iba a acontecer. Y después de las dos intros caía y el telón y se disparaban los primeros fuegos artificiales y a ritmo de Ghost Division entraban los miembros de la banda a un escenario que recreaba una trinchera de la Primera Guerra Mundial, en consonancia perfecta con la temática de su último álbum.
Una pantalla central en la que se proyectaban en directo imágenes del concierto ayudaba junto con la pirotecnia y el fuego a ambientar la marcha triunfal en la que se convirtió su actuación. Y es que hasta el tanque ha pasado a ser un elemento secundario en favor de otros para conformar una escenografía digna de las más grandes bandas. Rápido comenzaron a tocar temas de The Great War, el homónimo sonó impresionante, de los mejores del concierto y con tal cantidad de efectos flamígeros y pirotécnicos que el olor a combustible y a pólvora perduró en el ambiente, como si en pleno combate nos encontráramos.
The Attack of the Dead Men y Seven Pillars of Wisdom complementaron perfectamente a Great War para después encontrar apoyo en The Lost Battalion, que si bien no pertenece a su nuevo disco la temática es sobre la Gran Guerra como lo eran los anteriores y lo sería el siguiente The Red Baron. En éste, Joakim aprovechó para jugar con el público al introducir el órgano hammond con forma de triplano Fokker tocando notas de Deep Purple y AC/DC para después dejar a un tipo disfrazado del famoso barón aviador que lo tocara e introdujera uno de los temas con los que más han innovado en el último disco, canción con ritmo trepidante y mucho sabor setentero.
The Last Stand se coló en la fiesta de la Gran Guerra sin permiso, un tema muy coreado pero para mí totalmente prescindible volviendo a lo grande con 82nd All the Way tema que recuerda a mucho a los primeros temas del comienzo de su carrera que si vio complementado por Night Witches, primera referencia a Heores el que pasa por ser su disco más completo y equilibrado hasta la fecha un tema con elementos de speed metal y thrash más duro de lo habitual (se quitarían la etiqueta de Disney metal si fueran capaces de cuajar más temas como éste).
Y por fin ocurrió lo que muchos esperábamos e intuíamos que iba a ocurrir; que Sabaton y Apocalytica se iban a juntar en el escenario para ofrecernos algunos temas juntos. Después de las colaboraciones en estudio, la gira conjunta no había que ser excesivamente perspicaz para saber que eso iba a ocurrir, la cuestión era cuando. Entraron los cellistas con Angels Calling de Attero Dominatus y que ambas bandas han regrabado en estudio haciendo una acertadísima versión de la canción, lo mejor de la noche a mi parecer. Y como dijo Joakim, ya que habían colaborado en una pues por qué no ensayar para unas cuantas más. Apocalyptica se quedó en el escenario para interpretar Fields Of Verdun y Price Of A Mile (Otro tema fuera de The Great War pero con temática primeraguerramundialista) bajando ya del podio y confrontando sus cellos con las guitarras y bajo de los componentes de Sabaton en una imagen imborrable, que tuvo su continuidad con dos temas más intro de Carolus Rex en los que los miembros de Sabaton vistieron casacas militares con los colores nacionales de Suecia.
Aquí salvo en la intro los cellos no aportaron tanto como en los tres temas anteriores Después de este hecho ambas bandas se despidieron del público y al poco y con el público entregadísimo volvieron Sabaton tocando uno de sus himnos Primo Victoria, continuar con otro de sus temas prescindibles Bismarck y acabar dejando un buen sabor de boca con Swedish Pagans, su tema más festivo y única concesión a sus antepasados vikingos de toda su trayectoria musical (para esto ya están Amon Amarth) y To Hell And Back de Heroes, insisto su mejor disco hasta la fecha.
Marcha triunfal de los de Falun que salieron triunfantes de Barcelona con una actuación dónde demostraron el porqué de su bien ganada fama. Con conciertos como el de Barcelona y con giras como The Great Tour, dejan poco lugar a críticas de sus detractores mostrando que les importan poco y que saben cuidar a sus fans como pocas bandas lo hacen, dándoles en cada concierto buenas dosis de temas hímnicos, ambientaciones magistrales y cantidades elevadas de keroseno y fuegos artificiales.
Setlist Sabaton
Ghost Division
Great War
The Attack of the Dead Men
Seven Pillars of Wisdom
The Lost Battalion
The Red Baron
The Last Stand
82nd All the Way
Night Witches
Angels Calling
Fields of Verdun
Price of a Mile
Dominium Maris Baltici
The Lion from the North
Carolus Rex
Primo Victori
Bismarck
Swedish Pagans
To Hell and Back