01. Drive*
02. The Great Beyond
03. Grace*
04. Stand*
05. Drink (everlasting love)
06. Zion
07. In Your Light*
08. Just In Time*
09. Rome
10. Soul Whispers
11. Fire On The Mountain*
SELLO
Ear Music / Edel
Top Artist Promotion
WEB
www.madeofhate.net
FORMACIÓN
Ed Kowalczyk: voz, guitarra rítmica
James Gabbie: guitarra
Chris Heerlein : bajo
Ramy Antoun: bateria
Andy Dollerson : teclados
Gregg Wattenberg : guitarra y bajo en “Grace”
Érase una vez, allá por 1988, que 4 compañeros de instituto de la ciudad de York, Pensilvania, que deciden montar una banda de rock. Su debut es acogido con éxito y Mental Jewelry llega hasta el puesto 73 de los charts, situando a la banda en la escena del indi-rock. Y su segundo disco, Throwing Cooper, alcanza el número 1 del Billboard gracias a temas como “Lightning Crashes” o “Selling the Drama”
Situados en los más alto del panorama “independiente”, los miembros de Live presumen en cada una de sus entrevistas del valor de la amistad, y lo importante que es estar juntos desde los tiempos de la escuela, que son como hermanos…Las letras de la banda, de claras influencias budistas e hinduistas, con referencias a la meditación, ahondan en el buen rollete que transmite la banda, y para colmo, los éxitos se suceden y su tercer álbum debuta en los charts en el número uno. Han pasado 10 años desde su formación y están en lo más alto de su carrera; a partir de aquí logran reunir una nutrida legión de fans que les permite mantener un status despreocupándose de modas musicales.
Bien… pasan los años con armonía, paz, amor y buen rollo, hasta que un buen día, el cantante y principal compositor de la banda, Ed Kowalczyk, deja de lado la meditación contemplativa como fuente de inspiración y se vuelca al capitalismo puro y duro. Firmas de contratos con el desconocimiento de la banda o peticiones exageradas de cobrar más que el resto de los miembros, dan lugar a un prolífico trabajo para abogado de ambas partes y jueces que han de dirimir su futuro (y su dinero).
Es en este tormentoso periodo en el que Ed Kowalczyk cambia la foto que tenía en la mesita de noche de Krishnamurti por una de Bill Gates y gesta su debut en solitario: “Alive” (guiño evidente al nombre de su anterior banda) Lo primero que nos encontramos en “Alive” , es una foto en blanco y negro de Ed Kowalczyk que parece sacada de alguno de esos libros de autoayuda y de cómo ser un triunfador. Miedo me da lo que nos podemos encontrar en su interior…
Pero no, el disco mantiene la línea de los discos de Live, tanto en sonoridad como en calidad. Ya desde las primeras notas del disco, con ese riff de tensión contenida y esos coros etéreos de “Drive” nos queda claro que Kowalczyk no piensa disimular su procedencia musical. La voz, tan personal como pueda ser la de Michael Stipe de REM, nos traslada obligatoriamente a recordar su anterior banda, y la estructura del tema, acercándonos poco a poco a el clímax en el estribillo, son ya marca de la casa. Con el primer tema nos desaparece el temor a un cambio de formato en favor a un rollo cantautor. Con el segundo tema, “The Great Beyond”, a pesar de esas bases programadas del inicio, nos desaparece el temor a un cambio de registro a favor de un rollo más mainstreem y asequible, que le aupara rápidamente en los charts americanos. Su música, que siempre ha tenido claros brochazos pop, suena tan a rock como los temas más rockeros de Live. Y con el tercer y cuarto tema, “Grace” y “Stand” despejamos el ultimo temor, el de que él en solitario no atesorara la calidad compositiva de los temas que les hicieron grandes.
Ni pasarse al folk, ni rivalizar con Robbie Williams, ni vivir del cuento; si algo ha pretendido Ed Kowalczyk con “Alive” es demostrar que era el 25 % de Live a nivel de miembros, pero el 80% a la hora de dotar a la banda de un sonido propio (con permiso de REM)
Evidentemente, no rechaza los medios tiempos con sabor a balada, como no los rechazaba con Live, y “Drink (Everlasting Love)”, “Zion” o “Soul Whispers” son buena muestra de ello. La temática de las canciones sigue fiel a su ansia de trascender lo terrenal, esa búsqueda de lo espiritual que siempre le ha acompañado. Y el sonido…, que decir del sonido,”Drive” o “Rome” suenan más a Live que los propios Live.
Cualquier fan de la extinta banda tiene que acercarse con buena predisposición a este disco, porque a Ed Kowalczyk, se le pueden acusar de muchas cosas (bueno no, tal vez sólo de una, de pesetero… pero se le puede acusar muchísimas veces!!!), pero lo que no se le puede negar es la calidad del disco. 11 canciones que pueden mirar cara a cara a cualquiera de las composiciones que Kowalczyk hubiera realizado en el pasado. ¿Qué el disco pierde fuelle según avanzan las canciones? Pues sí, pero también es verdad que empieza a un alto nivel ¿Qué el disco es una apuesta segura ofreciendo más de lo mismo? También, pero no sería de recibo que se pasara a las jotas. O no?