Por Jose A. Luna
Si crees que Tetris es una película sobre la invención de ese videojuego pionero y enormemente adictivo, tienes toda la razón: la entretenida película del director Jon S. Baird rastrea las raíces del juego hasta sus inicios en la Moscú soviética de los 80’s.
Es la historia de muchas personas, entre ellas el programador Alexey Pajitnov, interpretado en la película por Nikita Efremov, quien inventaba pequeños juegos como una forma de probar las capacidades de los nuevos equipos de su trabajo. También es una película sobre cómo se hacen o se hacían los negocios, sobre la combinación de astucia e integridad que se necesita para hacer un trato honorable, especialmente cuando se negocia en países con normas y tradiciones con las que no se está familiarizado.
La historia de Tetris, el juego, inventado por Pajitnov pero traído al mundo por un programador y hombre de negocios estadounidense nacido en Holanda llamado Henk Rogers, es una historia de como romper las reglas, de múltiples traiciones y, al menos en la versión cinematográfica, de peligro e intriga. Quizás sea mucho para un juego hecho de simples piezas de colores, pero en esta versión de Tetris todo tiene sentido.
Taron Egerton interpreta a Rogers, quien se enamora del juego en una feria comercial de Las Vegas en 1988. En la feria, se enteró de que la editorial británica de videojuegos Mirrorsoft controla los derechos de Tetris en todas las plataformas, pero no en Japón, donde Rogers vive con su familia y donde tiene su sede su propia empresa, Bullet Proof Software. Por lo tanto se asegura los derechos para licenciar el juego en Japón para PC, consolas y arcade, las únicas plataformas disponibles en ese momento.
Todo se enreda al darse cuenta que los acuerdos que ha firmado no son oficiales y no tiene los derechos, por lo que tiene que viajar a la Unión Soviética. Los problemas involucran al propietario de Mirrorsoft, el magnate de los medios británicos Robert Maxwell, y su odioso hijo Kevin Maxwell, además del gobierno soviético de la era de la Guerra Fría. El juego de Pajitnov se había vuelto tan popular entre los oficinistas rusos que los supervisores tenían que prohibirles jugar durante las horas de trabajo. A pesar de que Pajitnov había creado Tetris, no podía venderlo. Tetris se había convertido en propiedad del estado.
En esta historia fantástica sobre las complicadas negociaciones para asegurar Tetris para Game Boy de Nintendo, el camino se ve obstruido por agentes traicioneros de la KGB, multimillonarios maquiavélicos, chantajes y sobornos. El director Jon S. Baird aprovecha el estilo gráfico y la música de los ordenadores de los 80 para lograr un efecto divertido. Gran parte del atractivo de Tetris reside en Taron Egerton en el papel central del asediado empresario Henk Rogers, como con las escuchas telefónicas, las burlas soviéticas y todas las referencias que los mayores de 30 años captarán al instante ¿Qué podría salir mal en una película que cuenta con “Final Countdown” de Europe en su banda sonora?