Por Morpheus Misfit.
En el mundo del metal pocas veces se da un acontecimiento de las características que agrupa este documento sonoro; la reunión de los Black Sabbath de la era Dio ha sido un hecho básico en la primera década que llevamos de siglo en cuanto a metal se refiere. No hay leyenda más absurda que esa que dijo que Black Sabbath acabaron a la marcha de Ozzy, incluso antes, cuando sacaron el que sería el último disco potable de su discografía con la primera formación, el tremendo “Sabotage”, pues, no sin razón, hay gente que dice que tanto “Techical Ecstacy” como “Never say die” son discos menores en su carrera. Pero las cosas no son tan sencillas; los dos trabajos que Black Sabbath publicaron a principios de los ochenta con Dio a la voz son dos de los mejores discos de aquella década, y eso, amigos, es mucho decir en unos tiempos en que se editaron algunos de los más grandes trabajos de metal de todos los tiempos (“British Steel” de Judas Priest, “Number of the beast” de Iron Maiden, “Ready and Willing” de Whitesnake”, “Pyromannia” de Def Leppard, “Meanstreak” de Y & T… la lista es inabarcable).
Aquellos discos de Black Sabbath, que se titularon “Heaven and Hell” y “The mob Rules”, presentaban una banda más escorada hacia el heavy metal que empezaba entonces a arrasar en Europa y Estados Unidos. Black Sabbath sufrieron una transformación por la que pasaron de ser una banda “dinosáurica” al estilo de Led Zeppelin o Deep Purple, a convertirse en un combo de metal mucho más dinámico que podía enfrentarse, sin temor a hacer el ridículo, con las nuevas hornadas de chavales haciendo heavy, tanto como grupos como con el público que pedía música más pesada y al mismo tiempo más rápida.
Aquellos tiempos pasaron, Dio tiró por un lado, y Tommi Iommi y el bajista Geezer Butler lo hicieron por otro. El batería Vinny Appice siempre fue un factor importante en la ecuación. Así que, pasados veinticinco años, Black Sabbath (con el estúpido nombre de Heaven and Hell por aquello de no tener problemas con la mujer de Ozzy, Sharon Osbourne, algo que no se explica, porque la propiedad de la marca la detenta el guitarrista Tommi Iommi), Black Sabbath, decimos, han regresado a los escenarios. Lo han hecho con un disco doble en directo que se titula igual que este fantástico DVD, sin material nuevo que enseñar, salvo un par de canciones inéditas.
El concierto es algo tremendo, el DVD disfruta de una imagen y una realización de órdago. La banda suena conjuntada al máximo. Es increíble ver cómo gente que cuenta más de sesenta años puede exhibir tanta fuerza en un escenario. Producen risa ese tipo de grupos de jovenzuelos que pretenden erigirse en inventores de algo que se concibió hace mucho, mucho tiempo. Dio puede dar lecciones a cualquiera que se le ponga por delante. Tommi Iommi demuestra con su guitarra por qué es el padre del riff metálico, por qué ha influido en tantas formaciones de metal desde hace casi cuarenta años (de hecho, y teniendo en cuenta que todo el metal extremo nace del riff creado por Black Sabbath, se pueden decir que son miles los grupos que beben del legado de este guitarrista); el bajista Geezer Butler en directo es una pasada; y el batería Vinnie Appice, que en su tiempo intervino en la grabación de “The mob rules” y del directo “Live Evil”, pero no en la de “Heaven and Hell”, se destapa como un percusionista de primerísima calidad, lo que no debe sorprender a nadie, pues pertenece a esa escuela de bateristas a la que se adscriben gente como Ansley Dumbar, su hermano Carmine Appice, el fallecido Cozy Powell, el “purpleliano” Ian Paice o la leyenda John Bonham de Led Zeppelin.
Un repertorio basado, claro está, en los dos discos mencionados, más alguna sorpresa sacada de su disco de reunión de mediados de los noventa, el subestimado “Dehumanizer”, que pasó un tanto sin pena ni gloria en aquellos años en que el metal vivía horas bajas; y luego alguna cosa inédita que no pasa de ser una anécdota, porque el eje central del disco lo constituyen los temas estrella de aquellos trabajos que casi cuentan treinta años: “Voodoo”, “Heaven and Hell”, “Neon Knights”, “Mob Rules”, “Die young”… Se podrían enumerar al menos diez temas esenciales en la historia del metal, ejecutados en este DVD de tremenda factura. Compradlo sin dudarlo un momento, si hay un trabajo que merece que paséis por caja, es este.