Texto: Vic Granell
Fotos: Vic Granell
Sin conocer a ninguno de los dos grupos que teloneaban a Isis, entramos en la sala Apolo de Barcelona con una cierta curiosidad por ver qué puede dar el sludge, este estilo que arrastra a un público algo diferente al de otras ramas del metal. Primera sorpresa: positiva. Keelhaul son una banda de Ohio con largo recorrido, que practican un sludge / stoner metal bastante más técnico que el de los cabezas de cartel de la noche.
Compases nada comunes y ejercicios complejos rítmicamente, que recordaban de alguna forma a la sensación que tiene uno cuando escucha un tema de Meshuggah e intenta seguir su estructura. Aaron Dallison, a las voces y al bajo, dejó la piel sobre el escenario en los momentos de más intensidad sonora, llenando la tarima con su movimiento. Will Scharf, a la batería, estuvo entregadísimo también, en contraste con la estaticidad extrema de Chris Smith a las voces y guitarras. Un músico negro en un grupo de metal es siempre una excepción a valorar, era el caso del segundo guitarrista, Dana Embrose.
Después de algo más de media hora que pudimos disfrutar del concierto de Keelhaul (empezado), el cambio de escenario fue presagio de lo que nos venía encima. ¿Tan sólo un pie de micro y una mesa al fondo con unos platos? Qué raro… Y al cabo de pocos minutos aparecen un MC con su respectivo DJ, sin más. Ese dúo era Dälek, de New Jersey, que practican un hip hop alternativo difícil de valorar por el público que asistimos al concierto.
Por abiertos que seamos a otros géneros musicales, el contexto era muy poco favorable para el grupo, que fue recibiendo comentarios dispares entre el gentío, y ninguno de plena satisfacción por la sorpresa… Las bases que fue disparando Oktopus a los platos, a pesar del marcado ritmo hip-hop, tenían un tinte oscuro interesante, que a su vez era lo único que pegaba on los otros dos grupos del cartel. Conexión remota en unas harmonías tétricas sintetizadas para acabar temas, en largos pasajes instrumentales para el estilo. Clásica voz narrativa con actitud combativa, que después de 45 minutos empezó a saturar un poco al personal.
Probablemente aún más deseados de lo que ya lo eran antes de recibir segunda sorpresa de la noche, Isis hicieron su primera aparición en un escenario fuera de festival en Barcelona, con Hall of the Dead. Ante una sala Apolo considerablemente llena (unas 500 personas), los de Chicago nos regalaron su particular fórmula de metal circular, sin las estructuras tradicionales de la música popular, recordándonos a tantos grupos del llamado post-rock en este aspecto (es por ello que se le atribuye a la banda también la etiqueta de “post-metal”). Largos pasajes donde a un mismo riff se le saca el máximo jugo posible, transformándolo de una simple melodía limpia a una frase rugida por hasta tres guitarras a la vez. Atmósferas disparadas desde un portátil y creadas a través de sintetizadores por Bryan Clifford Meyer que no dejaban espacio entre temas, casi ni para aplausos (apenas hubo comentarios por parte del frontman Aaron Turner).
Una base compleja con una percutiva batería dibujando contratiempos y fraseos con un perfecto juego de timbales y platos; junto con unas líneas de bajo originales de la mano de Jeff Caxide, sin seguir exactamente las directrices de las seis cuerdas. Turner combinó su voz gritona desgarrada con una más tranquila, acentuando el constante contraste entre fragmentos. Si algo consiguieron Isis con su concierto es hacernos volar, nos transportaron lejos de la sala con su metal atmosférico y algo repetitivo, en un ápice de trance con una cuidada dinámica sonora sin apenas descanso. Un agradecimiento excepcionalmente largo antes de un amago de terminar, y volver con Carry para un bis que superó el resto del concierto, que terminó con una catarsis final de guitarras chirriantes, engordadas con los efectos de la infinidad de pedales que llenaba el escenario. Un gran viaje, muy recomendado.
FOTOS: http://www.goetiametal.com/cronicas/isisenbarcelona.html