Pirateria Musical: Un gran negocio

Para hablar seriamente del inicio de este mercado necesitamos volver atrás en el tiempo…¿Cuando fue que el hombre se interesó en colocar en el mercado versiones no oficiales de las cosas para su venta? La respuesta es muy simple: desde que el hombre empezó a escribir.

Bueno, inicialmente poder leer y escribir no estaba al acceso de todos, y poder acceder a la información a través de la palabra escrita daba a las personas cierto poder y estatus. Quién sabe leer, es encargado de leer para los no letrados. Asi pues lo que esta siendo escrito y leido por el pueblo empieza a ser una preocupación. Inicialmente, era la iglesia muy antes de la corona, quien vigilaba atentamente lo que se podía y lo que no se podía escribir. Aunque el arte de imprimir haya sido concebido en el Siglo XI en Asia, fue solamente a finales del Siglo XV que el alemán Johanes Guttenberg inventó la prensa, imprimiendo una bíblia en tiempo récord de tres minutos por hoja. Con su invención, caen los costes de hacerse textos impresos en gran escala, y el acceso a la palabra escrita para el hombre común se hace una realidad más palpable.

Luego, de manera inmediata, naciera el panfleto protestante, con textos cuestionando el gobierno y/o la iglesia, sin nunca especificar su autor, un dato necesario para evitarse la horca. Por lo tanto brotan inicialmente, de la censura, las versiones alternativas que pueden ser consideradas las primeras formas de subversión de documentación disponibles. Shakespeare jamás dio autorización para transcribir sus piezas. Sus razones son desconocidas, aunque se medita la posibilidad de que el solo quisiera exponer su trabajo encima de un escenario y no como literatura. Cualquiera que sean sus razones, eso incentivó a algunas personas a asistir seguidamente a las representaciones, con papel y pluma en mano.

El primero artista pirateado

¿ Cuando fue entonces que la atención de los subersivos pasó a fijarse en las artes? Bien, el primer artista del que se sabe de tener su material copiado sin la debido permiso es William Shakespeare, a finales del Siglo XVI. Hacen anotaciones y transcriben los textos, sentados en la platea mientras la pieza está siendo escenificada. Considerad esto como una versión antigua del actual pirata que graba con alta tecnología los conciertos a los que asiste. Consta que fueron colocados de esta forma en el mercado cerca de 14 transcripciones de piezas Shakesperianas, incluyendo “Romeo & Julieta”, “Hamlet”, “King Lear”, y “Richard “. Evidentemente estas versiones tienen varios errores en el guión, corregidas por el tiempo, gracias a la disponibilidad de los originales después de la muerte del autor.

El derecho autoral

El creciente interés por el drama en el aún minúsculo mercado literario hace que autores y editoras hagan presión para que el gobierno defina el derecho de copia. Inglaterra tiene en 1709 la distinción de ser la primera nación en crear derechos autorales sobre obras registradas. A través de estas nuevas leyes, copias de publicaciones tendrían tasas que garantizarían dinero revertido primero para la corona, después para la editora y finalmente, en tercer lugar, para el autor. La ley sin embargo no contempla trabajos no registrados.

Solamente a finales del Siglo XIX, durante la era Victoriana, es que la conciencia de autoría va a ganar una mayor relevancia. Con el inicio de la revolución industrial el mundo cambiaba rapidamente. Hubo un consenso en Europa de la necesidad de realizarse la primera reunión internacional, en pro de un acuerdo sobre reglas para derechos autorales que serian seguidas por todos. Realizada en Suiza en 1886, la convención de Berne nuevamente privilegia más las editoras que los autores, pero tiene su punto fuerte en la unificación del procedimiento utilizado ahora en toda Europa.

Estados Unidos, aunque presentes en la convención, no firman el documento, y pasan a ejercer el papel de paraíso de la falsificación, no pagando derechos autorales y exportando principalmente partituras para Europa a una fracción del precio de aquel mercado. Las partituras rapidamente comenzaron a hacerse extremadamente populares en la segunda mitad del siglo. Eran caras, y las partituras “piratas”, imitaciones de las originales, se hacen como alternativa barata para el público consumidor. Esto causó una nueva onda de solicitudes para una revisión de las leyes de derechos autorales, una presión que llevaría 25 años para surtir efecto.

Otra invención marcante.

El Siglo XIX termina con Thomas Edison inventando el fonógrafo, otra invención que con el tiempo irá a provocar cambios en el concepto del derecho autoral. Con su invención nacieron las primeras grabaciones no autorizadas en la historia. El poco conocido precursor de las grabaciones piratas se llama Lionel Mapelson. El Sr. Mapelson era bibliotecario de la Metropolitan Opera House de Nueva York habia sido obsequiado con un fonógrafo. El aparato capta el sonido a través de su enorme cono y registra todo en cilindros de cera. Los cilindros de Mapelson, como son ahora conocidos, fueron grabados durante las temporadas operísticas de 1901 a 1903, comprendiendo todo que existe de registro sonoro de esta epoca.

Mapelson daba preferencia a la Árias, grabando pequeños pasajes de pocos minutos, el tiempo total permitido por los cilindros de cera. A pesar de que la calidad sonora era pésima, estos cilindros son valiosos registros históricos, únicos, de una era en que las grabaciones sonoras daban sus primeros pasos.

En 1906, en Europa, una enmienda de dos paginas fue adicionada a la leyes autorales vigentes. La enmienda comprende la concepción de que toda reproducción no autorizado es culpable de multa. No sería hasta 1911 que otra enmienda sería redactada, englobando por primera vez la grabación (también referido como registro sonoro) de una obra musical. En Estados Unidos la concepción de pagarse derechos autorales para composiciones musicales comienza a ser discutida. Hasta entonces la Constitución Americana protege a autores e inventores, pero grabaciones de una obra son una situación nueva, y por lo tanto no previstas en la ley. Era para muchos difícil definir una grabación como una obra artística… Por ejemplo en 1908 la Corte Suprema niega a un compositor el control de su obra en grabaciones de audio. El Congreso Americano concluiría después que los audios no son creaciones artísticas ni literarias, y que solo lo serian la presentación de un trabajo creativo en el formato de un objeto fisico… Curiosamente, los textos escritos en las contraportadas de los discos son considerados literatura y por lo tanto protegidos por derechos autorales.

Lavado de dinero

Fue tras la Segunda Guerra Mundial, con el desarrollo tecnológico trayendo equipamientos como el grabador de cinta a un precio bajo, que comenzó a surgir en Estados Unidos la producción de discos clonados o falsificados, en ancha escala. El foco más visible eran las copias ilegales de discos conteniendo presentaciones operísticas. El primer caso en llegar a los periódicos fue del disco con la obra de Verdi, “La Masked Ball”, que en la más pura tradición de la pirataria decía en su embalage tratarse de una presentación en Italia, cuando sin embargo se trataba de una presentación grabada en la Metropolitan Opera House de Nueva York. Tras este, una pequeña avalancha de material clásico pasó a invadir las tiendas, sin embargo, este era sólo el foco más visible.

Otro foco iria a la practica y llegaría a una escala mayor: la producción de copias de discos de éxitos de moda (esta vena de los negocios pertenecía exclusivamente a la mafia). El interés de la mafia vino a través del juke box (rockola), aquella maquina en la que uno coloca una moneda, escoge una música y ella toca la misma. A través de estas máquinas la mafia hace lavado de su dinero ilegal, pues no hay manera en que el gobierno sepa exactamente cuantas monedas fueron insertadas en el aparato, y por ello no se puede determinar con precisión lo recaudado o el impuesto debido. El juke box, para rendir dinero, necesita siempre estar actualizado, o sea, con los últimos éxitos del momento.

Para cortar los costes de la compra – venta consecutiva de discos, la mafia pasa a fabricar ilegalmente sus propios discos. El perjuicio para las grabadoras en esta operación era alarmante. Para intentar combatir falsificaciones y pirataria, las grabadoras organizan lo que pasó a ser conocido como la RIAA (Record Industry Association of America) en 1951. Se lanzan inmediatamente sobre el público común que compra los discos falsificados, pero no contra la mafia.

Grabaciones alternativas

Por lo tanto deducimos que en la época de los cincuenta, antes de que el rock ‘n’ roll inicie su escalada a la popularidad, los discos producidos fuera de los sellos eran los de música clásica, seguidos por discos de éxitos de moda. Con el jazz, la piratería pasa a un nuevo terreno: las presentaciones en directo, donde el músico y el grupo improvisan mucho mas que en estudio, y asi nace el hermano o primo del disco pirateado, el “clandestino” propiamente dicho, o como se dice en el inglés “bootleg”, una grabación que no es una copia de un disco y si un disco totalmente nuevo, con material generalmente descartado por la grabadora. Un producto que llega al mercado sin pagar derechos autorales por no haber el permiso del sello para lanzarlo.

El primer sello especializado en pirateria de música negra del que se tenga conocimiento es el Jolly Roger, fundado por Dante Bollentino en 1950. Su motivación fue la falta de interés de la RCA y Columbia de relanzar material antiguo lanzado originalmente antes de la guerra, en 78 rpm. La Jolly Roger Records colocó en el mercado grabaciones olvidadas de artistas como Louis Armstrong y Bessie Smith, entre otros. Por esto, Bollentino es hoy recordado como el padre de la pirateria comercial del jazz. La Columbia acabaría encontrándolo y acabando con su negocio, pero ya era muy tarde, el negocio se habia creado…de todas maneras Bolletino se salió con la suya, ya que el sello poco tiempo después reeditó varios titulos de su catálogo mas antiguo.