Por Morpheus Misfit
Frontiers Records / Background Noise
Ha pasado el tiempo no me explico como una banda como Primal Fear no esta por ahi recorriendo el mundo abriendo los conciertos de la gira Death Magnetic de Metallica…mmmm…esta banda necesita ser vista y escuchada por la mayor cantidad de headbangers posibles, y es que aunque los estilos entre Metallica y Primal Fear difieran tanto, estos alemanes han creado también una obra maestra que sobrevivirá al metal al igual que las cucarachas a una catastrofe natural.
16.6 es simplemente un disco brillante de los hijos favoritos y desconocidos de Alemania. Es un tanto poético que una de las canciones de este nuevo disco se llame “Under the Radar” (bajo el radar) ya que el grupo ha hecho eso desde su misma existencia, especialmente en el gran mercado norteamericano. Quizás parte del genio este detrás del productor del disco, Matt Sinner, que al parecer todo lo que toca se convierte en oro…es cierto que en esta era digital es mucho mas fácil lucirse en una producción, pero viendo los anteriores trabajos en los que ha colaborado el señor Sinner pues podemos decir que trabaja de una manera “rudimentaria”…pero vaya trabajo.
Las voces suenan increibles aqui, tomad por ejemplo “Black Rain”, una especie de canción clásica que combina lo mejor de Michael Schenker y voces Halfordianas a través del timbre de Ralf Scheepers…antes de esta ola de sub-generos el heavy metal se cantaba de esta manera. Podrias llamarlo “metal para adultos” si quieres, porque estoy seguro que quienes disfrutaran al máximo de 16.6 serán los que en los ochenta fueron unos chavales obsesionados con bandas como Helloween o Judas Priest. El nuevo guitarrista Magnus Karlsson brilla a través de canciones como “No Smoke Without Fire” y especialmente en “Nigh After Night”, donde Henny Wolter le hace de compañia perfecta y pareciera que llevasen toda una vida tocando juntos (léase duos como Murray y Smith, Tipton y Downing). Añade a todo esto al ex baterista de Annihilator, Randy Black, y verás que caña.
El disco es disfrutable en varios sentidos, especialmente si no eres de los que levanta una ceja nada mas vez algo anterior al metal norteamericano chunga chunga de los noventa. Si te mentalizas de que antes el metal se cantaba y no se gritaba, que habian grandes armonias sin que sonasen amariconadas y salvando las similitudes con Judas Priest (la canción “Smith and Wesson” parece un tributo, jeje), estamos ante un disco de metal clásico, pero sin sonar clásico (si eso tiene algun sentido). Algunos los llaman el grupo comodín de los festivales, pero bueno, ya me gustaria a mi ver a ese comodín 5 o 6 veces al año…