[review] Alien Weaponry – Tangaroa, una banda más compleja sin perder su toque

Por Nekrokosmos

Henry de Jong – Batería, coros
Lewis de Jong – Guitarra, voz
Tūranga Morgan-Edmonds – Bajo, coros

01 – Tītokowaru
02 – Hatupatu
03 – Ahi Kā
04 – Tangaroa
05 – Unforgiving
06 – Blinded
07 – Kai Whatu
08 – Crooked Monsters
09 – Buried Underground
10 – Dad
11 – Īhenga
12 – Down The Rabbit Hole

En 2019 los neozelandeses Alien Weaponry dieron la sorpresa en el Resurrection Fest al arrastrar a un gran público al escenario principal con su metal cantado en maorí con toques tribales. Su vocalista y guitarrista Lewis de Jong ni siquiera era mayor de edad, el resto de la banda no superaba los 18 años, solo tenían un LP en el mercado (‘Tū’, de 2018), pero habían entrado por la puerta grande. Eso solo se consigue con talento, y es hora de ver si continúan por el buen camino.

Mucho más allá de lo musical, este trio de músicos de han convertido en embajadores mundiales de la cultura indígena de su país. No solo cantan en maorí, sus letras tratan tópicos sobre sus creencias, el colonialismo inglés, sus ancestros, y también sobre temas medioambientales que ocupan gran parte de este nuevo ‘Tangaroa’. Lo suyo, a priori, está entre el thrash metal y el groove metal, pero como consiguen demostrar en este segundo LP, sus influencias van mucho más allá del metal. Si de cambios hablamos, se trata del último trabajo de la banda con Ethan Trembath al bajo, que dejó el grupo el año pasado para poder terminar el instituto, y es reemplazado ahora en directo por Turanga Porowini, quien hace coros en el álbum.

Esa gira con Gojira que los traerá de vuelta a Europa en 2022 no es casualidad, el tipo de metal tribal, y mucho más progresivo en ‘Tangaroa’, les acerca a los franceses no solo en su manera de pensar sino también en su sonido. El single “Buried Underground” nos hacía creer que este disco iba a seguir la estela de ese groove metal machacón y guerrero con el que se dieron a conocer, pero es solo una pequeña parte de un álbum mucho más oscuro y técnico, centrado más en la complejidad que en riffs repetitivos.

En la primera parte, con “Tītokowaru”, “Hatupatu”, o “Ahi Kā”, vemos a esa banda que ya conocíamos, ese gran feeling melódico que te empuja en toda la canción de manera agresiva, casi con un sonido tribal que más que seguir el ritmo ofrece un ambiente atmosférico, y con un idioma maorí cuya cadencia parece encajar perfectamente para este tipo de música. Las comparaciones pueden ser odiosas, pero hay mucho de Sepultura y su manera de hacer un crossover de metal con música nativa en el sonido de Alien Weaponry.

Una vez pasado este tramo la banda empieza a meterse en terrenos progresivos. “Unforgiving” es una canción que nos deja totalmente descolocados, y para bien, donde Lewis de Jong habla sobre la salud mental desde un punto de vista personal. Un tempo más pausado, un acercamiento más rockero, algo de jazz-metal en sus arreglos, y una apertura de horizontes donde la sensibilidad gana espacio gracias en parte a un excelente trabajo de cimbales. Solo hace falta escuchar a Lewis cantando en otro tono en “Dad” para ver hasta donde han querido llevar la experimentación, casi como lo que hacían Alice In Chains en sus canciones más duras.

Más que de la manera de tocar sus instrumentos, siendo solo tres músicos, es también los arreglos y como terminan sonando esas pistas de bajo, la batería, o la casi psicodelia ambiental de intros de 2 minutos en canciones como “Crooked Monsters” donde vemos que la banda ha querido salir de su zona de confort para no quedarse encasillada en temas más moshers como “Kai Tangata”. Otro de los cambios notorios es que las canciones que no están cantadas en maorí sino en inglés tienen más partes instrumentales, ocupando muchos riffs que se salen de la norma y poniendo de manifiesto lo versátil de éstas jóvenes promesas.

Que nadie se crea lo que no es, este ‘Tangaroa’ es un puente entre los Alien Weaponry que conocíamos de antes y la nueva faceta que quieren mostrar. Todavía hay muchas canciones como “Kai Whatu” donde podemos hacer headbanging sin miramientos, canciones más minimalistas y redondas, perfectas para los festivales. Dicho esto, donde triunfa ‘Tangaroa’ es en piezas instrumentales como “Īhenga” y ese sentimiento ancestral lleno de instrumentos indígenas y sonidos naturales como el del agua, secciones de coros en maorí, o la atmósfera mecánica y progresiva de “Down The Rabbit Hole”.

Puede que al intentar hacer tantas cosas a la vez no hayan conseguido que todas sus canciones sean igual de pegadizas, pero tampoco es lo que intenta la banda. Querían mostrar un lado más complejo y lo han hecho de manera exitosa, quien quiera sumergirse en la naturaleza de ‘Tangaroa’ descubrirá a una banda que no solo ha pegado un pelotazo con suerte, sino algo auténtico y poderoso que no tiene miedo a deconstruirse para renacer una docena de veces con sonidos diferentes. Que no quepa duda que estará entre los discos del año y por los motivos correctos.