Por Otsuka
1. Intro (1:48)
2. The Alliance (6:11)
3. From Outer Space (4:35)
4. Waiting For A Sign (6:33)
5. Beneath The Surface (5:38)
6. Along The Rising Sun (4:03)
7. Eden Lies in Ruins (7:42)
8. Rain (6:54)
9. Crescent Moon (7:20)
10. We Came From The Gutter (5:54)
Century Media Records
Stephan Dietrich – Voces, Piano
Peter Langforth – Guitarra, Coros
Alexander Backasch – Guitarra
Dirk Frei – Bajo
David Schleif – Bateria
No estoy seguro de que sea buena noticia que muchos de los músicos más talentosos del heavy metal se dediquen a homenajear los años ochenta. Mirar hacia atrás permanentemente rara vez sirve para construir el futuro y la oleada de buenos grupos que ha surgido en los últimos años -Striker, Enforcer, Cauldron, White Wizzard, Katana, Headless Beast…- adolece de un líder generacional. Se echa de menos que una de estas bandas encadene tres discos irreprochables -parecía que Enforcer podía llegar a serlo- y se convierta en lo que fueron Helloween en los ochenta, Blind Guardian a principios de los noventa y Stratovarius a finales. Pero es difícil que surja un líder de tanta entidad; no por falta de calidad, sino por falta de voluntad. A diferencia de la escena glam sueca, cuya imitación es más estética que musical, la nueva oleada de heavy metal abusa del refrito y de la repetición de fórmulas a las que añaden muy poco de su propia cosecha.
En este contexto lleno de calidad pero un poco falto de personalidad aparecen los alemanes Alpha Tiger, atrapados en algún lugar del tiempo entre Geoff Tate y John Arch, Striker y Fates Warning, Matos, Kiske y el último disco de Trick or Treat. El único factor que permita integrar todos los componentes de su música es la voz de Stephan Dietrich, curiosa síntesis entre Matos, Tate, Kiske, Midnight, Arch… y algún otro. Este Beneath the Surface es un trabajo tan ambicioso como fallido, que no termina de explicarnos qué son Alpha Tiger ni a qué pretenden sonar. Cuando menos Alpha Tiger demuestran que pretenden ser algo más que una banda previsible y llenan su sonido de texturas muy diversas, pero la banda está muy lejos de encontrar su propia identidad.
El disco abre con una pieza instrumental breve y ligera, con latidos de corazón de fondo. Intrascendente. Soy enemigo acérrimo de las intros, especialmente las que se añaden “porque sí”. Comprendo el sentido de las oberturas que anticipan el sonido completo del disco, como pueda ser “Sacred World”, o las que marcan un cierto estilo, como el “This Worm´s For Ennio”. Se me ocurre que “March of the S.O.D.” es un buen ejemplo de lo que puede conseguir una intro, apenas minuto y medio que nos permite familiarizarnos con la gruesa textura de las guitarras, tan característica de los S.O.D. Son cortes que sirven para algo; Alpha Tiger, como tantas otras bandas, comienza el disco disparando una bala al aire. Y, la verdad, no le sobran.
En cuanto entra la voz en “The Alliance” nos viene a la memoria el Andre Matos veinteañero, el que se desgañitaba en Holy Land, aunque no es más que un espejismo. El rango vocal de Dietrich le permite agudos muy notables pero sobra potencia y falta control; muchas estrofas se alargan con gorgoritos fuera de melodía, o con vibratos que aportan más bien poco. Está muy bien recorrer el camino trazado por Matos y Geoff Tate –una delicia, para qué negarlo-, pero a Dietrich no le vendría mal contenerse un poco. Si algo hacían bien monstruos como Tate, Midnight o el propio Matos era elegir el momento oportuno para exhibirse sin abusar de su poderío vocal.
El sonido general del disco mezcla ritmos muy veloces –rozando el speed metal- en la línea de unos Striker, Heir Apparent o Viper con momentos más lentos y complejos, enfatizando la herencia de los Fates Warning del Awaken the Guardian o de los Queensryche del The Warning. Sin embargo, la influencia vocal de Kiske también es notoria, “afición” que Dietrich comparte con Alessandro Conti. Quizá eso haya tenido que ver en la tremenda similitud que varias canciones tienen con el último disco de Trick or Treat, el notable Rabbits Hill. En las primeras tres canciones “reales” Alpha Tiger recuerda muchísimo a los italianos, aunque ello no agota la riqueza de su sonido, como ya debería quedar claro a estas alturas.
Por desgracia, que una banda enriquezca su sonido con diversas texturas no es suficiente. No sé si falta trabajo de producción, si ha sido un disco precipitado o si a la banda le falta nivel técnico, pero el resultado es muy deslavazado. A veces la base rítmica empuja con el énfasis de Viper o Angra mientras que Stephan Dietrich canta en los registros de John Arch. Creo que uno de los principales problemas tiene que ver con la baja calidad de las guitarras dobladas. Algún corte que podría ser más que aprovechable como la cañera “From Outer Space”, queda empañado por el solo, un verdadero despropósito en el que las líneas de guitarra nunca llegan a empastar.
Este “From Outer Space”, quizá el mejor tema, es una de las pocas canciones que tiene un estribillo claro y reconocible. En general, los coros parecen desvaídos y falta claridad en los estribillos: tras varias escuchas aún me cuesta recordar alguna canción para tararearla. Una de las que sí se me han quedado es “We Come From The Gutter”, en la que los coros son más graves y reconocibles, facilitando que la mezcla entre la velocidad y las voces a lo Queensryche funcione bastante bien. Este tema en concreto, que cierra el disco, resume la frustración general que me provocan Alpha Tiger. En “We Come From The Gutter” Dietrich canta como si el sueño de su vida hubiera sido componer The Warning, mientras que la banda en general solo se inspira cuando llega la velocidad.
Y en esta tensión irresuelta se desgranan las canciones de Beneath The Surface. Hay algún momento destacable, como “Along The Rising Sun”, con un gran trabajo del bajista y ecos lejanos de los suecos Katana. O “Crescent Moon”, que introduce una ligera variación en el conjunto. De pronto, durante un minuto al principio y otro al final, Alpha Tiger se acuerdan de Iced Earth, y ofrecen un ratito de calma que recuerda a las hermosas melodías de las partes tranquilas de “Melancholy (Holy Martyr)” o “Anguish Of Youth”. Pero es un espejismo. “Crescent Moon” discurre por el mismo camino del resto del disco, sin un riff que establezca una melodía reconocible e insiste en el juego de “adivina si soy Tate, Midnight o Kiske” que nos entretiene a lo largo de todas las canciones.
Con altibajos más o menos profundos esto es Beneath The Surface, un trabajo ambicioso pero insuficiente a nivel técnico y compositivo. Faltan melodías claras, faltan estribillos reconocibles y no queda claro de qué modo Alpha Tiger pretende sintetizar todas las influencias que se pueden reconocer. Me he quedado con las referencias más evidentes, pero aún podríamos hablar de White Wizzard, Crimson Glory o Lizzy Borden. Es entrañable sentir tanta riqueza musical y no faltan buenas ideas, que deberían enfocarse a explotar el potencial del cantante, pero la banda necesita que algún productor les ayude a definir su sonido.
Es una pena que la distribuidora no haya incluido las versiones a Riot y a Loudness que aparecen en la edición especial como bonus tracks. También lo es que no haya incluido las letras en la promo, porque el apartado lírico es uno de los puntos fuertes de Alpha Tiger. La banda ignora los cansinos tópicos del género –metal, chicas, guerreros y demás-, tratando todo tipo de temas, incluso políticos, con más que aceptable sensibilidad poética.
Si a alguien le seduce la idea de mezclar a Queensryche con Angra y necesita un empujoncito para darle una oportunidad a Alpha Tiger, es justo que sepa que este disco ha tenido una recepción muy buena por parte de la crítica, aunque yo no comparta el optimismo imperante. La banda merece apoyo para desarrollar con nitidez una propuesta que seduce por lo ambicioso y valiente, pero solamente sus notables letras y el potencial del cantante me impiden suspenderles. Aún así, estaré muy atento a su tercer disco. Si consiguen que todas las piezas sueltas se integren en la maquinaria podemos estar ante una banda interesante.