[review] Blind Guardian – Beyond The Red Mirror

Por Gonzalo Moreno

1-The ninth wave
2-Twilight of the gods
3-Prophecies
4-At the edge of time
5-Ashes of eternity
6-The holy grail
7-The throne
8-Sacred mind
9-Miracle machine
10-Grand parade

Hansi Kürsch: voz
André Olbrich: guitarra solista
Marcus Sipen: guitarra rítmica
Frederick Ehmke: batería y percusión


http://www.blind-guardian.com/

Nuclear Blast Records

No sé si es representativo o no… para mí lo es. Pero es que cuando una banda empieza titular los temas y los álbumes de manera parecida, es que es síntoma de que se les empiezan a acabar las ideas, y esto también se aplica al tema musical. No es un disco fácil de escuchar por sus complejas estructuras, su recargamiento y su duración. Pero tampoco lo era A Night at the opera y finalmente, dándole tiempo, se puede ver que es una obra maestra. Aquí me temo que no será así, ojalá me equivoque.

Hay bandas que no evolucionan y las hay que sí. Entre estas, hay algunas que evolucionan mal y otras que lo hacen bien, forjando una carrera que avanza coherentemente. Los alemanes Blind Guardian son de estos últimos. Tras dos discos iniciales prometedores y de puro speed metal, los de Krefeld realizaron lo que no solo están consideradas sus mejores obras a nivel general (Tales from the twilight hall, Somewhere far beyond, e Imaginations from the other side), sino que forjaron su personalidad musical y un estilo propio y bien definido.

Este quinto trabajo, Imaginations from the other side, se puede considerar su disco “bisagra”, conteniendo elementos tanto propios desarrollados en su carrera (agresividad, temas rápidos pero con melodías) pero incluyendo ya muchos más coros y algunas orquestaciones. A partir de ahí, sus fans se dividieron con la publicación de Nighfall in middle Earth. Los seguidores más “trues” renegaron de la banda cuando Blind Guardian sacó este proyecto conceptual plagado de interludios y orquestaciones que, por otro lado, otra gran parte de los fans apreció. A Night at the opera acabó de convencer a unos y otros: otro disco recargado, lleno de orquestaciones y donde la velocidad había desaparecido en pro de la pomposidad y el barroquismo.

A twisth in the myth, su octavo trabajo, fue un experimento fallido: abandonaron las orquestaciones pero tampoco era una vuelta a los orígenes: la cosa quedó en un trabajo falto de ambición y de fuerza. Pasaron otros cuatro años hasta que sacaron At the edge of time, donde los guardianes recuperaban algo de nivel, donde volvían las orquestas y los temas potentes aunque quizá se echó de menos algo de potencia. Y tuvieron que pasar nada menos que cinco años más hasta llegar hasta Beyond the red mirror, nada menos que su décimo disco.

Con A Twist in the myth los bardos perdieron algo el norte y aunque la cosa mejoraba con el anterior, tampoco las expectativas eran muy altas. ¿Hacia dónde tiraría la que quizás fue la banda de power más importante en Europa entre 1995 y 2005? Pues se ha quedado en un “quiero y no puedo”. En un disco en el que han querido meter algunas partes más veloces, quizás para compensar la falta de este elemento en su anterior trabajo, donde abundaban demasiado los medio tiempos, pero siguiendo la línea de éste: un trabajo muy épico, lo cual no quiere decir bueno, y es que parece que en algunos momentos Blind guardian intenten tapar su falta de ideas con capas y capas de violines, percusión, órganos y otros elementos clásicos.

Hay algunas ideas muy buenas, pero por desgracia, son demasiado puntuales. Hay momentos de grandes melodías vocales, que es el aspecto estilístico por el que quizás más ha destacado Blind guardian en toda su historia. Pero son muy pocos y se diluyen en un mar de barroquismo. Y hay momentos muy épicos, pero a veces metidos con calzador y que no provocan por ello el efecto culminante. En A Night at the opera también había momentos épicos (recordemos esa obra maestra de más de 14 minutos que es el tema And then there was silence), pero llegaban cuando tocaba: tras un crescendo elaborado, cuando el tema lo pedía, cuando explotaba, cuando el momento épico era el momento culminante y apoteósico. Nada de este efecto encuentro en todo este Beyond the red mirror, que parece más un coitus interruptus continuo: buenas ideas pero muy puntuales, que se acaban perdiendo en un mar de riffs, momentos orquestales y líneas vocales aparentemente desordenadas.

Pero vayamos por partes. En cuanto al primer tema, con The ninth wave los germanos han querido repetir el efecto que creó el tema de apertura de su anterior disco, Sacred worlds. Un tema también de más de nueve minutos, pero que era efectivo, con momentos que explosionaban, momentos brillantes que hacían que disfrutaras del tema y no se hiciera pesado. The ninth wave, en cambio, fracasa en ese intento. Los momentos supuestamente épicos no lo son, y es que no es un épico un momento por mucha orquesta que tenga.

El segundo corte, Twilight of the gods, ya lo conocíamos, puesto que había salido como single. Una canción de las más potentes del disco pero que, ya sea en temas “rápidos” o ya sea en temas “épicos”, siempre pasa lo mismo: buenas ideas desaprovechadas y perdidas en un mar de momentos sin gracia. Empieza fuerte el tema, y luego, cuando podría seguir con la velocidad, se viene abajo. Si lo escuchas muchas veces puede que te acabe enganchando la melodía del estribillo. Pero si te pones después algún tema de los cinco primeros discos, te deprimes.

Prophecies es de los mejores cortes, sin ser la panacea. Tiene buenos coros y momentos interesantes. El problema es que cuando el disco podría arrancar, vienen dos temas, At the edge of time (paradigma de lo épico mal encontrado o como usar recargamientos orquestales para tapar la falta de inspiración en los riffs) y otro coitus interruptus en forma de canción, esto es, Ashes of eternity, un tema que empieza muy bien, con lo que es el primer riff con cara y ojos de todo el trabajo, muy al estilo de Symphony X pero que luego, al cabo de nada, desaparece, no vuelve en todo el tema y este de nuevo se pierde en un seguido de estructuras donde cuesta diferenciar las diferentes partes.

La cosa se anima con The holy grail y The throne, a caso los mejores cortes del disco. El primero es el tema más agresivo del álbum y bien podría estar en Imaginations from the other side. Una canción con momentos rápidos (los más rápidos desde Punishment divine del A Night at the opera, es decir, lo más rápido que han escrito en 13 años, casi nada) y con un buen estribillo. The throne, por su parte, contiene unos estribillos cuya épica sí que está conseguida, con melodías vocales emocionantes y muy inspiradas. Un tema que recuerda a A voice in the dark de su anterior At the edge of time.

El penúltimo corte es una curiosidad en la discografía de Blind guardian, por cuanto es una balada pero no “medieval” como la que acostumbran a hacer…En Miracle machine Hansi saca su devoción por Queen para hacer un buen tema corto y lento con piano. El trabajo se cierra como pretendían hacerlo en el anterior disco, pero de nuevo, el resultado queda lejos. Wheel of time era una canción conseguida, con momentos cumbres y una orquestación que hacía su función: complemento del tema para conseguir su propósito. En cambio, Grand parade carece de inspiración y las líneas vocales no enganchan.

En definitiva, un álbum en el que han querido hacer algo más variado que en su anterior disco, incluyendo temas más agresivos, pero cuyo resultado es algo demasiado heterogéneo. Blind guardian, en esta ocasión, no ha usado bien lo que siempre han sido sus virtudes. Nunca se caracterizó por hacer riffs destacables, pero es que en este trabajo las rítmicas están totalmente tapadas. Siempre se caracterizó por hacer estructuras complejas en sus temas (nunca sabías cuándo vendría el estribillo pero cuando lo hacía lo hacía en el momento adecuado, consiguiendo temas con dinámica), pero es que aquí las diferentes partes no están conectadas coherentemente y no acabas sabiendo qué es estrofa y qué es estribillo en muchos momentos.

Y siempre se caracterizó, sobre todo por hacer temas coreables, melodías vocales inspiradas y recordables. Y sí, hay algunas aquí, y Hansi Kürsch canta mejor que en sus trabajos inmediatamente anteriores, pero estos momentos son demasiado puntuales. Temas que parecen que explotarán de golpe no lo hacen, porque baja la pegada de la batería, porque meten melodías menos inspiradas o porque meten orquestaciones que lejos de dotar de fuerza al tema, se la quitan. Hay algunos punteados de Olbrich ciertamente destacables, pero ni de lejos se pegan a al cabeza como sí lo hacían los de temas como Lost in the twilight hall, The script for my requiem o Journey through the dark.

No sé si es representativo o no… para mí lo es. Pero es que cuando una banda empieza titular los temas y los álbumes de manera parecida, es que es síntoma de que se les empiezan a acabar las ideas, y esto también se aplica al tema musical. No es un disco fácil de escuchar por sus complejas estructuras, su recargamiento y su duración. Pero tampoco lo era A Night at the opera y finalmente, dándole tiempo, se puede ver que es una obra maestra. Aquí me temo que no será así, ojalá me equivoque. Pero cuando no escucho los riffs porque están tapados en una producción demasiado sobresaturada (donde, además, la batería suena demasiado artificial) y por tanto no hay fuerza que valga, o cuando las melodías vocales, a excepción de contadas ocasiones, no atrapan, no sé si hay mucho que encontrar por mucho que escarbes.