[review] Blues Pills – Holy Moly, la transición que une sus dos sonidos

Por Jose A. Luna

Elin Larsson – voz
Zack Anderson – guitarra
André Kvarnström – batería
Kristoffer Schander – bajo

Proud Woman
Low Road
Dreaming My Life Away
California
Rhythm In The Blood
Dust
Kiss My Past Goodbye
Wish I’d Known
Bye Bye Birdy
Song From A Mourning Dove
Longest Lasting Friend

La historia de Blues Pills es un poco rara. Tras un gran debut que los puso casi al frente de la nueva ola del revival del rock más clásico, decidieron cambiar su fórmula para segundo álbum e incorporaron elementos que si bien sonaban bien juntos, hicieron que los puntos más fuertes de la banda se quedaran atrás. Es así como el funk y el soul, con su acercamiento más experimental, consiguieron que la voz de Elin Larsson no fuese lo que más se destaque de su música. Para muchos fue un gran error.

A quien más habría afectado fue al guitarrista Dorian Sorriaux, ya que sus composiciones y el uso inteligente de su guitarra pasaron casi desapercibidas, a tal punto que tras 6 años con Blues Pills decidió abandonar el barco. La banda desapareció del radar y ahora vuelven con un nuevo álbum, y con el bajista Zack Anderson haciéndose cargo de la guitarra. Han pasado 4 años desde “Lady In Gold” y este nuevo “Holy Moly” suena como una mezcla salvaje de sus dos LP´s, por un lado el psych blues que enamoró en una primera toma, y por otro el deje soul funk que le sucedió.

Han sido listos y han visto que el gran potencial de la banda, sin su antiguo guitarrista, reside en la voz de Elin. Es por ello que canciones como “California” o “Song From A Mourning Dove” están construidas para beneficiarse de ella, además de su baterista André Kvarnström. Canciones con un feeling al rock de los 60´s que sobresalen al instante por su gran gancho, muy cerca del pop pero con el filo necesario para volver a enamorar a los rockeros. Es por ello que resulta raro que los dos primeros singles que hayan elegido de este lanzamiento estén más cerca de la parte olvidable de “Holy Moly”, quizás para no levantar tantas expectativas.

Estamos ante un disco correcto, con una producción que camina en el lado correcto, con el intento de aprovechar sus dos facetas y no perder fans de ninguna de sus “eras”, pero siendo quisquillosos se podría decir que el potencial es enorme pero no se aprovecha al máximo. Si cogiesen a un productor que les exigiese más en cuanto a las composiciones y en cuanto a los solos de guitarra quizás estaríamos hablando de uno de los discos del año, pero en su lugar tenemos un disco que está bien y que se siente más como una transición que como un puñetazo en la mesa.