[review] Gloryhammer – Tales from the Kingdom of Fife

Por Otsuka

1. Anstruther’s Dark Prophecy
2. The Unicorn Invasion of Dundee
3. Angus McFife
4. Quest for the Hammer of Glory
5. Magic Dragon
6. Silent Tears of Frozen Princess
7. Amulet of Justice
8. Hail to Crail
9. Beneath Cowdenbeath
10. The Epic Rage of Furious Thunder

Thomas L. Winkler – Voz
Paul Templing – Guitarras
Christopher Bowes – Teclados
James Cartwright – Bajo
Ben Turk – Batería

Napalm Records

Tiene gracia que los mismos que despachan todas sus reseñas hablando de “riffs asesinos”, “hachas cabalgando”, “batacazos en los parches” y demás tópicos -propios de quien no tiene mucho interés en analizar un sonido, tarea más compleja que repetir lugares comunes- acusen de reincidir en los mismos esquemas de siempre a cualquier banda de power metal. Es como si un alcohólico se riera de un ludópata por no tener autocontrol. Por algún motivo que me cuesta comprender, ACDC, Kiss, o Kamelot pueden hacer lo mismo de siempre una y mil veces que siempre será bienvenido y loado. No digamos ya los estandartes comerciales españoles, para los que nunca faltará una mano amiga en los medios de siempre.

No hay límite para el crédito del que puede disponer Leo Jiménez, aunque saque un disco tan penoso como Animal Solitario alguien le echará un capote y afirmará que “ruge el león de nuevo”. A mí me daría vergüenza firmar según qué epítetos, pero supongo que los negocios son los negocios. Sin embargo, al power metal parece no se le puede perdonar nada. Al power metal melódico intentaron enterrarlo bajo paletadas de mierda en cuanto logró cierta popularidad, ridiculizándolo de mil maneras. Al género y a sus seguidores, a los que cierto sector de metaleros evolucionados gustan de representar como adolescentes roleros sin pareja y sin horizontes musicales

Por suerte para los que no se mueven por modas el power metal sobrevivió, tanto al evidente declive de muchas de sus grandes bandas como a la inmensa campaña en su contra. Tras la estela de los clásicos que supieron remontar su crisis –Helloween, Stratovarius- o los que nunca llegaron a sufrirla del todo –Rhapsody- llegan Gloryhammer, una banda paródica en su imaginería y en el aspecto lírico, pero excelsa en lo musical. Este Tales From the Kingdom of Fife es uno de los mejores discos de power metal de los últimos años y probablemente trascienda la intención ligera de sus creadores. La situación de Gloryhammer me recuerda a la de Brother Firetribe, proyecto vinculado a “Emppu” Vuorinen, guitarrista de Nightwish, pero en el que Ansio Hein (Leverage) era fundamental para definir el sonido de la banda.

En el caso que nos ocupa la fuerza pensante es Cristopher Bowes, cantante y teclista de Alestorm, así que muchos nos esperábamos incursiones en el folk, rollo vikingo y guturales. Sin embargo, la trayectoria de Thomas Winkler, cantante de Emerald, es la que marca la tradición en que se mueven Gloryhammer. Espero que la andadura de la nueva banda trascienda la etiqueta de paralela y sea más prolija que la de Brother Firetribe. Por definir rápidamente a Gloryhammer podemos dejarlo en que utilizan a Rhapsody para estructurar el conjunto de su sonido que salpican con todo tipo de referencias, entre las que podemos incluir a, Dragonforce, Luca Turilli, Lost Horizon o Stratovarius.

El tema en que más claramente percibimos ecos de Alestorm es en la primera canción, “The Unicorn Invasion of Dundee”, cuya estructura es muy similar a la de “Back Through Time”. Pero ahí se acaban las similitudes. La voz de Thomas Winkler –cuyo trabajo aquí es muy, muy superior al que hace en Emerald- nos remite quizás a un Olaf Hayer en estado de gracia, a Fabio Lione, algún deje a Daniel Heiman (sobre todo en los coros) e incluso a la limpieza de un Steve Grimmet. Esta canción, una de las mejores y más potentes del disco, podría encajar en algún disco de Rhapsody o de Luca Turilli, especialmente en la era de King of Nordic Twilight, aunque también podríamos pensar en Elvenking o en Black Majesty.

La referencia principal de la mayor parte del disco es, claramente, Rhapsody, pero casi siempre hay matices que merece la pena tener en cuenta. “Angus McNife” es un corte que no desentonaría demasiado en Dawn of Victory, pero le enriquece algún momento en los coros que recuerda a Cryonic Temple. Y Thomas Winkle tiene tantos matices en su voz que a veces me suena a grupos con melodías tan ricas como Crystal Eyes. En cualquier caso, “Angus McNife” es menos contundente que “The Unicorn Invasion of Dundee” pero ambas componen una entrada al disco inmejorable. Desde Dust to Dust no me había encontrado con una apertura tan convincente.

“Quest for the Hammer of Glory” es un corte que crece en una progresión épica que podría recordar a alguna canción de Hammerfall, a los Falconer de” Lord of the Blacksmith” o a los medios tiempos de Majesty. Denso y poderoso, un cruce inesperado entre los tópicos del power y el espíritu de Manowar. Solo el espíritu, eso sí. “Magic Dragon” recupera la visión más melódica del power en la línea de los Stratovarius de los noventa o, por ser aún más preciso, la elegancia de Kotipelto en solitario. “Silent Tears of Frozen Princess” es una balada que no termina de arrancar, un poco falta de fuerza; podría traernos ecos del trabajo de Fabio Lione en Vision Divine, pero sin su encanto nostálgico. En realidad, es la típica balada intrascendente que a veces los grupos de heavy incluyen sin más criterio que introducir variedad en sus discos.

En la recta final de este Tales of the Kingdom of Fife nos encontramos la joya de la corona, una de las mejores canciones heavies del siglo XXI, “Amulet of Justice”. Es una canción muy veloz y llena de melodía en el más puro estilo de Dragonforce, pero contundente y al grano; el estribillo es muy pegadizo y Thomas Winkler hace el mejor trabajo de su vida. Tengo la impresión de que Winkler puede dar lo mejor de sí en los tonos más forzados; en contraste con Kotipelto, que ha encontrado su mejor versión en la calidez propia de la ligera decadencia de su registro, Winkler crece en emotividad cuanto más se exprime, algo parecido a lo que le ocurre a Heiman o a Grimmet.

“Hail to Crail” es Turisas puro y duro, poco más que comentar. Muy buen corte, que tiene la virtud de llevarse la esencia del viking finlandés a los terrenos del heavy. Tras “Amulet of Justice” este tema baja un poco el nivel, pero era muy difícil mantenerlo. Y con “The Epic Rage of Furious Thunder” se cierra el disco, un corte épico de 10 minutos que tiene algo de los medios tiempos de Majesty y mucho, muchísimo, de los momentos más intensos de Rhapsody. No alcanza su grandeza pero es muy apreciable y creo que le pone un broche decente a una historia que empezó con los malvados unicornios que invadían el reino de Dundee.

Sí, líricamente el disco es ridículo pero bueno, no hay que olvidar que buena parte de la motivación de Gloryhammer es paródica. Bienintencionada, pero paródica.