Por Alejandro B.
Robin Staps – Guitarra
Loïc Rossetti – Voz
Paul Seidel – Batería
Mattias Hägerstrand – Bajo
David Ramis Åhfeldt – Guitarra
Peter Voigtmann – Teclados
Triassic
Jurassic | Cretaceous
Palaeocene
Eocene
Oligocene
Miocene | Pliocene
Pleistocene
Holocene
En el mundo hay muchísima música interesante dentro del metal, y por interesante quiero decir no convencional. El problema que tienen muchas de esas bandas es que no son captadas por el radar del público general y suelen quedarse en pequeños nichos de fans que buscan exactamente lo que esa banda está haciendo, y no se la encuentran de casualidad. Pocos ejemplos de éxito “masivo” podemos encontrar, por ejemplo Gojira o Meshuggah, y es en ese campo donde poco a poco se van metiendo los alemanes The Ocean. Con un disco tan exquisito como “Phanerozoic II: Mesozoic | Cenozoic” deberían estar entre los más destacados de este año, porque se lo merecen.
La riqueza de “Phanerozoic II: Mesozoic | Cenozoic” es interminable. Cada escucha viene con un nuevo descubrimiento, ya sea destapando algunas capas musicales que no captas a la primera o entendiendo de mejor manera el resultado de las similitudes entre las perspectivas filosóficas consideradas y los diferentes períodos geológicos (muchas veces difíciles de seguir). En general, el nuevo álbum de The Ocean es el testimonio de una banda que va más allá del género, mientras evoluciona sin descanso en términos de innovación, inteligencia y deslumbrante musicalidad.
Cuando hace años lanzaron “Phanerozoic I: Palaeozic” su ambicioso proyecto fue recibido con buenas críticas, un concepto de paleontología que se pretendía desarrollar a través de dos álbumes adicionales y que nos sigue dejando maravillados. Como suele suceder con las segundas partes, las expectativas eran altas, pero existía una duda constante sobre si estará al mismo nivel que la primera entrega. A pesar de continuar con el tema de la paleontología, en esta segunda parte la dirección musical difiere considerablemente, es un enfoque más atrevido, más experimental, más oscuro y más progresivo. La amplia composición permite una sorprendente cantidad de pasajes musicales que desarrollan la emoción, la frescura y los elementos inesperados de un disco que por extraño que parezca con estas características, entra muy bien a la primera.
Las canciones se desarrollan brillantemente a través de los paralelismos entre algunos conceptos filosóficos como el existencialismo o el eterno retorno, y la extinción durante el fanerozoico. Estas canciones tienen una atmósfera envolvente e inmersiva que te atrapará durante todo el viaje, además de un Loïc Rossetti que se presenta fundamental esta vez. Su voz puede ser calmada e hipnotizante, suave y contenida, que a los pocos segundos está agitada y furiosa, gruñe y nos somete a una serie de emociones en constante cambio. Las colaboraciones, como la de Jonas Renkse, le dan a las canciones ese puntito exótico de más que no desentona. Por momentos los paisajes más experimentales me recuerdan a los Amorphis de discos como “Far From The Sun” y “Am Universum”, o a Tool en temas como “Eocene”.
Puedes tomar por ejemplo “Jurassic | Cretaceous”, la canción en la que participa el vocalista de Katatonia, y darte cuenta que más allá de la gran aportación vocal para dar paso a una de las partes más épicas del álbum, lo que destaca por encima de todo es la gran técnica del baterista Paul Seidel, dejando claro que el objetivo aquí más allá de demostrar que pueden tocar, es el deseo de innovar dentro de su campo. Su consistencia quizás haya tenido que ver con que las baterías de “I” y “II” fueron grabadas al mismo tiempo.
Han sabido racionar los momentos en este álbum, y así la música se vuelve más oscura, frenética, más pesada y perversa cuando es necesario. Cuando las cosas se vuelven más tranquilas, el paisaje sonoro se vuelve más suave, contenido y el ritmo se ralentiza considerablemente, solo nos hace falta escuchar “Oligocene” para darnos cuenta. La calidad de Jens Bogren en la mezcla hace que la experiencia sea tan placentera que queramos más. El disco empieza abruptamente y termina de manera igual, ya depende de nosotros salir de este disco con el mismo nivel de adrenalina con el que entramos. Una joya que resistirá el paso del tiempo y se colocará entre los clásicos de su discografía.