El tercer disco de los toledanos Dulcamara les sitúa como uno de los grupos más importantes de la escena nacional a nivel de death melódico. Cierto que la tradición de este género en este país es más bien escasa, y por ello se aprecia el trabajo de esta banda que, si bien lógicamente no llega al nivel de calidad de los grandes maestros suecos, sí que puede ir con la cabeza bien alta, puesto que, como mínimo a nivel de estilo y profesionalidad, no desentonarían dentro del estilo a nivel mundial; no en vano, la masterización es de Mika Jussila.