Thos whom the Gods detest Tour (Nile + Grave + Krisium + Invitados – (Sala Salamandra 1, 06/12/2009)

Texto: Vic Granell
Fotos: Vic Granell

Cinco grupos en una tarde-noche no es un mal número, pero para hacer posible un concierto así hay que empezar pronto. No, no llegamos a las 19h., pero tuvimos la oportunidad de disfrutar dos temas de la primera banda: Corpus Mortale. Practicando un death metal muy dinámico, con un sonido excelente y temas con detalles interesantes, estos daneses abrieron el cartel con calidad, aunque con escaso movimiento sobre el escenario. Poco tiempo de concierto -unos 35 minutos en total-, cosa que probablemente no se corresponde con los más de 15 años que llevan en activo. En la última pieza, el batería Rasmus Schmidt tuvo problemas con el micrófono de uno de sus toms, lo que llevó a un paseo del técnico de sonido para solventarlo, y a la vez aportó algo de distracción. Agradecimiento por parte de su vocalista, Martin Rosendahl, a los que habíamos asistido a la sala pronto para escuchar su propuesta al acabar su actuación ante un público aún muy reducido.

Con cuentagotas pero de forma notable, la sala se fue llenando ligeramente antes y durante la presencia de Ulcerate, probablemente la banda más interesante de la velada. Practicando nu death metal técnico con estructuras raras que nos recordaron al sludge, tempo y pesadez en los acordes que les acercó a menudo al doom, y unas atmósferas que nos recordaron al black de Negura Bunget. Acordes agudos extrañísimos a las guitarras y frases cruzadedos de lo más curiosos en unos temas con estructuras poco convencionales que parecían perdernos en un mar de ejercicios musicales distintos. El batería Jamie Saint Merat, uno de los fundadores de la banda neozelandesa, nos impresionó con su técnica muy personal, dibujando con percusión fraseos propios lejos de bases convencionales para el resto de músicos. Contratiempos (que no cuadraron en algún momento), tapping a las guitarras, púa y contrapúa al estilo black metal… grupo de contrastes y dinámicas constantes. Gutural grave y profundo por parte del vocalista y bajista Paul Kelland, que se entregó al público con su headbanging. Un gran descubrimiento, y un CD nuevo para nuestra colección que compramos en el stand de merchandising. La propuesta lo mereció.

Bastante nos extrañó que Krisiun no fuera el siguiente grupo en aparecer, y así lo hicieron Grave. Una jerarquía sorpresa en el cartel, dábamos por sentado que los suecos serían los penúltimos en tocar. Presentando su último álbum, Dominion VIII, esta clásica banda de death metal que lleva más de 20 años en activo y que nos ofreció probablemente la propuesta más tradicional de death metal de aquella noche. Velocidades cambiantes de tempos vertiginosos a mitades o cuartas partes de los mismos, solos bastante correctos (a excepción del único que interpretó el vocalista y guitarrista Ola Lindgren, muy justito), voz lineal pero agresiva, y un Ronnie Bergerstahl a la batería que nos convenció con su juego de platos fuera de estructuras rítmicas fijas. Un muy buen directo de estos clásicos del death terminando con su tema Into the Grave, que fue coreado por el público y apoyado con la participación de un personaje cuya identidad descubriríamos más tarde detrás de la mesa de mezclas durante el concierto de Nile.

Krisiun hicieron aparición al subir el telón de la Salamandra por cuarta vez y, con su formación de trío, descargaron su vertiginosa versión de death metal sin apenas florituras. Brutalidad y velocidad en un concierto que gustó al público, demostrando complicidad entre tema y tema, en parte también gracias a la proximidad del frontman Alex Camargo a través de un curioso español con dejes brasileños. Se les perdonó, aunque abucheó en el momento puntual, que nos llamaran Madrid un par de veces… supongo que imagináis lo mal que sienta eso en Barcelona, más pasando por segunda vez en muy poco tiempo (os remito a la crónica de Ensiferum en la misma sala). Algunos contratiempos interesantes dentro de una continuidad acelerada general, sonido de bajo destructivo, voz agresiva y lineal, blast beat desenfrenado… Detalles a destacar por encima de esta constante quizá sólo por parte del guitarrista Moyses Kolesne, que con buen uso de técnicas como el tapping de mano izquierda y otras nos ofreció solos de lo más trabajados, además de incluir efectos de modulación para dar color a su sonido. Fuera de eso, propuesta muy contundente pero sin apenas dinámica ni matices.

Después de una larga espera causada por el cambio de escenario, a las 22:05 Nile aparecieron en escena, no sin que antes oyéramos algunas voces entre la gente despidiéndose, alegando que el grupo ya ha venido muchas veces, no les convencía su directo, y/o no hacen mucho esfuerzo por mantener una buena relación con su público (por ponerlo en palabaras bonitas). El año anterior, en una gira que incluía a dos de las bandas de esa noche, Nile y Grave, algunos de los miembros del grupo estadounidense se dedicaron a echar a patadas del escenario a quien se le ocurriera subir. Va a ser algo difícil de borrar del imaginario colectivo metalero local.

Hasta la actuación Nile, los cuatro baterías anteriores habían compartido instrumento, dejando muy poco espacio en el escenario para el movimiento del resto músicos (una segunda batería montada implicaba que tenía que estar situada en el centro de la tarima, delante). George Kollias usó su propia monstruosidad, enorme y con gran cantidad de elementos. Parece que el cambio no le favoreció del todo, pues su instrumento quedó más bajo en la mezcla, en comparación con el resto de bandas de la noche. Con su maestría ya conocida, el griego nos regaló una demostración de interpretación impresionante, pero algo falta de pasión a nuestros ojos.

Igual que él, los cuatro músicos que forman esta banda en directo son excelentes, pero su puesta en escena no nos acabó de convencer, y parece que no fuimos los únicos. Quizá por esa técnica acelerada que llega a perder musicalidad, quizá por esa cierta falta de dinámica, quizá por la frialdad del modelo sonoro, los comentarios entre el público no eran del todo favorables a la actuación de los de Carolina del Sur. Algún tema a tempo más lento cayó, que fue tremendamente agradecido para dar un toque de contraste. Voces guturales muy cuidadas por parte del cantante y guitarrista Dallas Toler-Wade y el bajista de sesión Chris Lollis (que nos sorprendió con profundos guturales puntuales), solos de guitarra realmente envidiables por parte de ambos guitarristas, con dobles melodías muy interesantes en algunos momentos. Algún duelo de solos fantástico por parte del frontman y Karl Sanders (por cierto, con un volumen corporal cada vez más excesivo). Intros épicas con aires egipcios y mesopotámicos a las que ya nos tienen acostumbrados, influencia que alimenta también la temática de sus letras (y que, en nuestra opinión, podrían aprovechar más para la composición de los propios temas) y un Black Seeds of Vengeance para terminar una noche muy completa pero desigualmente satisfactoria de Death Metal, aunque con grandes descumbrimientos.

FOTOS: http://www.goetiametal.com/cronicas/goddetesttourbcn.html