Por Nekrokosmos
Cedric Bixler – Voz, guitarra, percusión
Jim Ward – Guitarra, voz, teclado
Omar Rodríguez – Guitarra, coros
Paul Hinojos – Bajo
Tony Hajjar – Batería
1. Arcarsenal
2. Pattern Against User
3. One Armed Scissor
4. Sleepwalk Capsules
5. Invalid Litter Dept
6. Mannequin Republic
7. Enfilade
8. Rolodex Propaganda
9. Quarantined
10. Cosmonaut
11. Non-Zero Possibility
El 12 de septiembre se cumplieron 20 años de la publicación de “Relationship Of Command”, el tercer álbum de At The Drive-In que de buenas a primeras recibió críticas positivas en general, pero que pocos sospechaban que se convertiría en uno de los discos pilares del post-hardcore. La frescura y locura de la relación entre Cedric y Omar, el papel fundamental que jugó el productor Ross Robinson, la agresividad cruda con el toque melódico, pero sobre todo la emoción a flor de piel de los temas con unas letras bañadas en drogas hizo que fuese su carta de presentación al éxito masivo.
Fue hasta ese momento su disco más redondo, donde todas las piezas encajaban, aunque los integrantes del grupo no estaban de acuerdo. Omar llegó a decir tiempo después que odiaba la mezcla que había recibido el disco, a tal punto que no podía escucharlo. Bajo su punto de vista Andy Wallace se vio presionado por el sello para crear un disco radiable, lo que convirtió las canciones en plástico. Solo la banda sabe cuál era el sonido que buscaban, y plástico o no, fue el disco que les consiguió entrar en los hogares de medio mundo a través de la televisión y la radio. Además de los métodos poco ortodoxos de Ross Robinson también tenía colaboraciones de Iggy Pop, la credibilidad de la escena punk rock con dos discos underground bastante respetados, la vuelta de una gira con Rage Against The Machine que les había enseñado mucho de este negocio, y el golpe de suerte en lo más alto de la moda del nu-metal. El “Everything You Ever Wanted To Know About Silence” de Glassjaw también había salido por entonces, pero les tocó a At The Drive-In abanderar una causa que terminó por romperles.
Las guitarras de Jim y Omar recordaban a Fugazi, cuando “One Armed Scissor” salió como single recogió a todos los hijos abandonados de Bad Brains y los juntó en una hermandad eléctrica y excitante (curioso que su canción más reconocible fuese un accidente al intentar tocar “Unsung” de Helmet). Robinson sabía muy bien lo que tenía que hacer para cabrear a esos adolescentes, para hacerles hervir la sangre y que sacasen todo su talento fuera en forma de gritos y guitarrazos. Sonaba crudo y brutal, honesto, y para que engañarnos: pulido a la perfección para que entre lo más rápido de la mejor manera posible.
Con canciones contra la violación, la intensidad de su ruido rock y su imagen de rebeldes, pronto se les encumbró como los salvadores de un género no necesitaba ser salvado. Habían hecho algo único, pero intentar forzarles a entrar a una maquinaria como el rock corporativo al que criticaban hizo que en menos de un año de estar “Relationship Of Command” en la calle la banda acabase por dividirse en The Mars Volta y en Sparta.
Pero ahí quedó la brillantez agonizante de sus líneas de bajo, los riffs con personalidad propia, las voces caóticas y ensoñadoras, y lo frenético de la estructura de su percusión. Consiguieron hacer el disco perfecto siendo el más experimental de su carrera, con dejando claro que no solo eran buenos músicos sino también grandes compositores. Fue la consistencia de entregar algo tan dinámico e intenso a lo largo de las 11 canciones, que no solo contentó a su base de fans del post-hardcore sino que también atrajo al resto de seguidores del rock que veían que aquello era una obra maestra.